CAPÍTULO 24

Abrió los ojos cuando su cabeza se estampó con una madera, el golpe fue tan fuerte que sintió todo su cuerpo doler, entonces se descubrió en una carreta en movimiento.

Quien la dirigía iba demasiado rápido, por eso los movimientos eran peores que los de costumbre y, por si eso no fuera poco, ella estaba recostada en el suelo húmedo por la tormenta que les caía encima y que ensordecía todo a su alrededor.

La chica miró la parte trasera de esa carreta y vio como las cortinas que cerraban la parte trasera de esa caja de madera con ruedas en que la llevaban se estremecieron ante un rayo que iluminó el camino que estaban dejando tras de sí; entonces la azabache de ojos azules se preguntó si habría sido secuestrada de pequeña y no lo recordaba, pues solo eso explicaría esa sensación de deja vú que le estaba invadiendo.

Samia movió los pies y se dio cuenta de que estaban atados, movió las manos también y la cuerda con que estuvieron atadas cedió, permitiéndole zafarlas sin dificultad y desat
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