CAPÍTULO 25

Leone II abrió los ojos cuando las puertas de su habitación fueron golpeadas con fuerza, entonces la voz del angustiado primer ministro resonó llamándolo con urgencia. El emperador de Cenzalino se incorporó sintiéndose algo enfermo: su cabeza parecía estar a punto de estallar y su estómago era una locura también que estaba por hacerlo vomitar.

Ese hombre de ojos verdes llevó sus manos a su rubia cabeza, presionándola un poco, luego talló su cara y se percató de que había humedad en sus ojos y miró con curiosidad las lágrimas en sus manos; fue hasta entonces que recordó ese mal sueño que había tenido minutos atrás donde una mujer que no conocía lloraba desesperada suplicándole que le permitiera ser feliz.

El emperador no recordaba haber llorado, así que no podía dejar de intentar recordar un poco más de ese sueño que le había atormentado toda la noche, pero el llamado detrás de la puerta era insistente, así que pensó en dejar de pensar tonterías y en mejor atender lo que fuera que ese
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