narra la historia de Kali, una mujer atrapada en una relación que la destroza, envuelta en engaños que desatan una transformación dolorosa pero liberadora. Tras descubrir las crueles verdades que su esposo ha ocultado, Kali se enfrenta a un viaje de sanación y autodescubrimiento, donde la mentira no solo destruye, sino que también la impulsa a renacer. Un relato de amor, traición, venganza y valentía que muestra cómo, a veces, la mentira más devastadora puede ser el primer paso hacia el encuentro con una versión más fuerte y empoderada de uno mismo.
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— Lían, ¿Quieres escuchar una historia?
Las palabras suaves de su madre captan la atención del niño. Dejando de lado su comida, el pequeño con emoción, se cruza de piernas sobre el banco y fija su mirar en su progenitora.
— ¿Una sobre guerreros?
— Sí. — responde mientras se sienta en el banco frente a su hijo. — Un guerrero tan poderoso que logró robar el corazón de la Madre Luna.
Y aquello bastó para que un inmenso e inocente brillo se instalara en los grisáceos ojos del pequeño, esa es la inequívoca señal de que su madre tenía toda su atención.
Cuanta la leyenda, que la Madre Luna era pretendida por otros Dioses, pero sin importar lo que hicieran, ninguno podía conquistar su corazón, ella podía ver que sin importar las promesas que le hicieran, Madre Luna notó que lo único que realmente querían era su poder y someter su libertad. Cansada de los inmortales, la Diosa fijó su mirada en los cambiantes, su amada creación, y vio como entre ellos si existía el verdadero amor, entonces, tomó la decisión de volverse una con ellos. Desafiando todas las normas establecidas, bajó a la tierra y se encarnó en el cuerpo de una loba.
— ¿Madre Luna también es un lobo? — pregunta el pequeño con gran emoción.
— No, lo fue por un largo tiempo, pero ya no. — responde mientras acomoda los rebeldes mechones que cubren el rostro de su pequeño.
Mientras vivió entre nosotros, un bravo y poderoso guerrero fue ganando su atención, hasta que un día, finalmente se dejó llevar y entregó su corazón al poderoso guerrero. Pero, desde el norte comenzó a surgir una inminente amenaza, el señor de la oscuridad no podía aceptar que otro se quedara con el amor de Madre Luna, y sabiendo cuando esta amaba a los seres que creó, comenzó a corromperles, hasta que poco a poco, los lobos fueron cayendo en la locura, criaturas sin control y con un irrefrenable deseo por la sangre.
— Los malditos...
— Así es, — concede al leve y asustado susurro del niño.
Madre Luna no soportaba el dolor de ver a sus hijos convertidos en algo tan horrible, así que busco la forma de detener lo que ocurría, pero, aunque podía volver a sus hijos a la normalidad, al estar en una piel terrestre, no podía hacer tanto como quisiera con sus poderes. Sabía que aquello no era más que una treta para hacerla volver a su cuerpo celestial, y aunque su amor por su creación era inmedible, ella había conocido el amor que se entrega únicamente con el alma y no quería perderlo.
Entonces, en un acto de valentía, el bravo guerrero decidió enfrentarse al Señor de la Oscuridad para proteger a Madre Luna. Se dice que la batalla fue feroz y despiadada, duro cinco días con sus noches, y cuando esta terminó, el grito de dolor retumbo en el mundo y lo hizo estremecerse. Aunque el amor del guerrero era más fuerte que cualquier maldición, su cuerpo no tenía la resistencia de un Dios, por ello terminó cediendo ante la absorbente oscuridad. Y aunque logró vencer a su enemigo, su cuerpo colapsó, y su alma fue arrastrada y aprisionada por el Dios de la oscuridad antes de que la Diosa pudiese evitarlo.
— ¿Entonces, murió?
— Sí. Lían, en ocasiones, los héroes deben dar sus vidas para inspirar a otros.
**
El grupo de lobos seguían retenidos en la oscuridad del pasadizo, cada uno de ellos sintiéndose al borde de la desesperación por salir de allí y poder tomar revancha. El inquietante silencio se rompe solo por el eco de los pasos que se escuchan al final de paso y por el latido acelerado de sus corazones, latido que se acelera al ver como la única salida de aquel espacio les fue cerrado, estaban a uno paso de actuar cuando las palabras de Allan les llegan a todos.
Al saber que no fueron traicionados, sus sentidos se calman un poco, pero no por ello dejan de estar alertas, atentos ante cualquier ápice de peligro o de la señal que les daría el punto de ataque. Entonces, un alboroto estridente resonó al final del túnel, un rugido de batalla. Esa era la señal que habían estado esperando.
Lían siente como su cuerpo queda libre, ya nada evita que pueda moverse, por lo que, sin perder tiempo, ordena a sus lobos moverse y atacar a matar, si había una oportunidad de acabar con Hansen, era esta y no pensaba dejarla pasar. Con un movimiento rápido y coordinado, todos avanzaron hacia la fuente final de luz, emergiendo del pasadizo en un amplio espacio subterráneo que les daba una dantesca imagen de lo que es aquel lugar, un recinto de tortura y muerte.
Lo que encontraron, perfectamente puede ser descrita como una escena aterradora. Frente a ellos se muestra un grupo de criaturas horribles, retorcidas y deformadas, es como si la maldición hubiese terminado de corromper a aquellos lobos. La desquiciante risa de Hansen se deja escuchar mientras observa lo que pasa desde lo alto. Las criaturas, que una vez habían sido lobos, para luego quedar perdidos en demencia, ahora eran grotescos engendros de pesadilla, con furia y una sed de sangre aun mayor inyectada en sus ojos, algunos de ellos tenían entre sus garras los cuerpos desgarrados de algunas sacerdotisas.
Lían solo pudo sentir como su odio y desprecio por Hansen se incrementan mientras esquiva los ataques de aquellas criaturas.
¡Hansen! — grita con fuerza mientras vuelve a su piel humana y con determinación deja salir sus garras, atacando a una de aquellas criaturas que se arrojó contra él y logra darle muerte.
La siniestra risa de Hansen no hace más que aumentar al notar la presencia de aquel bastardo alfa. — ¡Oh, Lían! — dice con tono burlón. — Esperaba que estuvieras llorando la muerte de tu patética hermana o intentando encontrar a tu Luna. — Agrega mientras observa complacido como dos de aquellos monstruos se van sobre Lían, pero la ayuda de Zven logra sacarle a uno de ellos, por lo que Lían regresa a su piel de lobo y logra darle muerte al otro.
La mención de Alice con tanto desprecio, no hace sino incrementar su odio aún más, pero lo que capta su atención, es que al igual que lo hiciera su propio círculo, Hansen también menciona a su Luna.
— ¿Sabes? Disfrutaré quedarme con ella y hacerla mía una vez que estés muerto.
Escuchar aquello logra hacer hervir su sangre, aunque su mente no logra encontrar el recuerdo de aquella que todos dicen es su Luna, su corazón se siente fuertemente oprimido ante la idea de que Hansen pueda llegar a tocarla. Es en ese momento que la imagen de dos profundos y hermosos ojos azules cruzan por su mente.
..
..
El punzante dolor se intensifica en el momento que sus ojos intentan abrirse, es por ello que toma la decisión de quedarse en la posición que se encuentra. Otra de las razones para hacerlo es porque su propio cuerpo se niega a moverse, se siente como si hubiese sufrido una fuerte caída y su cuerpo hubiese llegado a ser golpeado en los lugares exactos para evitar que pueda moverse, además ¿qué es ese “algo” extra que siente? Es casi como si por un breve momento su cuerpo se sintiera diferente, casi como si no le perteneciera.
"Arriba, no estás segura"
Esa voz, ¿de dónde viene esa voz? Por un momento intenta identificarla, incluso casi puede asegurar que esa voz se encuentra en su cabeza, pero, no puede decir que es como la otra que ha escuchado antes, aunque ¿por qué no puede recordar cómo era esa voz anterior?
"¡Levántate!"
Insiste, su tono es de esos que no te dejan ninguna oportunidad de debatirlo.
Abriendo sus ojos, busca que estos se ajusten a la luz, tal vez cuando lo haga la punzada de su cabeza se irá o por lo menos disminuirá hasta un punto tolerable, pero simplemente no ocurre, al contrario, puede sentir como este aumenta. Cuando logra controlar la desorientación producida por la luz, pasea su mirada por el lugar en el que se encuentra, pero no logra reconocerlo. La espesa vegetación le deja en claro que está en una de las partes más profundas del bosque, lo que no sabe es cómo llegó hasta allí, y cuando intenta encontrar una respuesta lógica, lo único que consigue es un vacío en sus memorias.
"Si quieres vivir ¡corre!”
Y a esas palabras le siguieron un cercano aullido, aullido que le hizo helar la sangre. De nuevo se sintió perseguida, pero a diferencia de antes, ya no se siente acorralada, ahora siente como es capaz de defenderse de esa amenaza, pero aun así, prefiere escuchar aquella voz interna y ser prudente es por ello que colocándose de pie, comienza a alejarse de aquel lugar.
La lluvia golpeaba con insistencia el parabrisas, convirtiéndose en un murmullo constante que llenaba el interior del auto. Cali, con la mirada perdida en las gotas deslizándose por el vidrio, apenas era consciente del trayecto. Su mente estaba atrapada en un bucle de pensamientos inconexos, fragmentos de frases y momentos que no lograba ordenar. Alejandro. La medicina. La conversación. El odio en su voz. Su corazón latía con un ritmo descompasado, pero el resto de su cuerpo se sentía entumecido, como si todo aquello no le estuviera ocurriendo realmente a ella.Sofía conducía con el ceño fruncido, echándole miradas rápidas a su amiga sin saber qué decir. Cali estaba completamente ensimismada, un espectro de la persona enérgica que conocía. No quería presionarla, pero la desesperaba verla así. Cuando finalmente llegaron a su casa, Sofía apagó el motor y giró hacia ella.—Cali, vamos —dijo con suavidad.Cali parpadeó, como si apenas registrara su entorno. Bajó del auto con movimientos t
Cali salió de la casa con el corazón latiéndo con fuerza. La lluvia caía con intensidad, empapando las calles y difuminando las luces de los faros que pasaban. Temblorosa, apretó las llaves de su carro en la mano mientras intentaba abrir la puerta. Su respiración estaba entrecortada, y el frío de la noche se le metía en los huesos, pero el verdadero hielo estaba en su pecho, ese peso insoportable que la asfixiaba. Subió al auto y cerró la puerta con un golpe sordo. El sonido de la lluvia repiqueteando contra el parabrisas llenaba el silencio abrumador que la envolvía. Metió la llave en el contacto y encendió el motor, pero no arrancó de inmediato. Se quedó allí, con las manos en el volante, sintiendo cómo las lágrimas se acumulaban en sus ojos sin poder detenerlas. Finalmente, tomó aire y salió del estacionamiento. Las gotas resbalaban por el vidrio, las luces de la ciudad se reflejaban distorsionadas en la humedad. Manejó sin rumbo fijo, sin un destino claro, solo huyendo de la ca
Kali llegó a su casa con el corazón acelerado. Las preguntas y las emociones la consumían mientras caminaba por el pasillo, dirigiéndose hacia la oficina de Alejandro. Ya no podía soportar más la incertidumbre; tenía que saber la verdad, y ese momento de confrontación había llegado. Al llegar a la puerta del estudio de Alejandro, la vio entreabierta. Escuchó voces al interior, y se detuvo, un tanto sorprendida al descubrir que no estaba sola. Era su esposo, pero también había alguien más. Sintió que una sombra de duda se posaba sobre ella. ¿Quién estaba ahí? Decidió quedarse en silencio y escuchar antes de entrar. Era el mejor amigo de Alejandro, un hombre que conocía bien, pero que nunca había sido cercano a ella. Su nombre era Mikhail Romanov, y a pesar de las tensiones familiares y la discriminación que Kali había enfrentado desde su llegada al círculo social de Alejandro, Mikhail nunca se mostró completamente hostil. Aunque no la defendía abiertamente, siempre mantenía una post
Al día siguiente, La ansiedad de Kali creció como una sombra al acecho. No podía concentrarse, sus pensamientos iban y venían, y la información que Héctor había mencionado ya no la dejaba tranquila. Sentada frente a la pantalla de su computadora, revisaba su correo una y otra vez, sin encontrar ningún consuelo. "Es un asunto delicado... Mejor déjalo para otro momento," recordaba las palabras de Héctor y sentía una mezcla de desconcierto y frustración. ¿Qué tipo de vitamina no se podía encontrar en internet? ¿Por qué él estaba tan renuente a ayudarla? Estaba segura de que algo no estaba bien, pero las piezas del rompecabezas no terminaban de encajar. Finalmente, la inquietud la obligó a hacer lo que había estado evitando. Tenía que saber la verdad, sin importar lo que costara. Se levantó de la silla, tomó el teléfono y marcó el número de Alejandro. Sin embargo, cuando la llamada comenzó a sonar, un pensamiento la detuvo en seco. ¿Qué pasaría si él sabía más de lo que decía? ¿Qué pas
Tras llorar durante un largo rato, Kali se levantó con dificultad. Fue a la cocina, tratando de calmarse. Se sirvió un vaso de agua fría, pero cuando fue a poner el vaso en el refrigerador, algo llamó su atención. Al abrir la puerta del refri, vio un recordatorio de la próxima inyección, pegado con una pequeña nota en la que decía: "Próxima inyección en 3 días. No olvidar." Algo en su interior se sacudió. Recordó la conversación que acababa de escuchar. "Vitamina...". De inmediato, la pieza del rompecabezas encajó. ¿Qué tipo de vitamina era esa? ¿Por qué la seguían administrando cada cuatro meses? El malestar que había estado sintiendo en su cuerpo durante tanto tiempo comenzaba a tener más sentido. "Esto no es una vitamina común." Kali cerró la puerta del refrigerador con suavidad, su mente dando vueltas en un torbellino de pensamientos. Se dejó caer sobre una silla, mirando al vacío. Entonces, recordó la primera vez que su esposo le planteó establecer un cuidado riguroso a su salud
Kali Ivánova nació en la ciudad de Krasnaya, una pequeña localidad al norte de Almazov, una ciudad industrial que era conocida por sus imponentes construcciones. Desde pequeña, Kali había tenido una relación especial con los edificios, con las estructuras que se levantaban, que parecían contar historias sin necesidad de palabras. Creció en una familia humilde, pero con una fuerte inclinación hacia el arte de la construcción. Su padre, un obrero de la construcción, la llevaba con él a las obras cuando no podía encontrar con quién dejarla. Desde entonces, se enamoró de ese mundo de bloques, planos y proyectos. A diferencia de muchas otras mujeres, Kali nunca se conformó con ser solo la esposa de un arquitecto o ingeniera. Desde joven, se forjó su propio destino. Cuando terminó la secundaria, se trasladó a la capital, Almazov, donde comenzó a estudiar arquitectura en una de las universidades más prestigiosas de Rusia. Pero lo que realmente la hizo destacar no fue su inteligencia ni su h
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