Corono se arrastró de nuevo hasta su habitación, encontrando a la emperatriz dormida sobre la cama sin deshacer, y aún vestida.
Tenían tanto qué hacer, que a menudo se felicitaban por tan solo lograr reunirse para comer, pero seguro solo era que se vieran por la mañana que despertaban para irse a trabajar todo el día.
Sin embargo, lo estaban haciendo demasiado bien, la gente de la capital y del imperio lo comenzó a notar y a agradecer, al punto de que, los reinos que habían pensado en deshacerse de ellos si no lograban nada, se habían devuelto a su lugar sin hacer mucho ruido, pues sabían que ese par de jóvenes personas eran de total confianza.
Corono destendió su lado de la cama y levantó en brazos a su mujer para ayudarla a dormir con mayor comodidad, incluso le ayudó a quitarse el vestido y, viéndola en paños menores, besó su hombro y cabeza.
Estaba demasiado cansado para intentar nada, y la pobre emperatriz estaba igual, así que su reencuentro intimo seguía esperando, y seguirí