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InicioEntre la patria y la democracia
Entre la patria y la democracia

Entre la patria y la democraciaES

Historia
Ignacio Ariel Montaño  Completo
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Reseñas insuficientes
32Capítulos
4.8Kleídos
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Resumen
Índice

Sinopsis

InteligentePresidenteSoldadoHistóricoprotagonista trabajadorAmor dolorosoTraición

El gobierno nacional de Don Hipólito Yrigoyen no tiene una gran aceptación popular y sus funcionarios lo saben muy bien. La infiltración en el Ejército del joven Bartolomé Craviotto es la única esperanza que tiene el gobierno para poder frenar un golpe de estado anunciado.

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Último capítulo

  • Agradecimientos

    En primer lugar, agradezco al Licenciado Sebastián Máscolo por guiarme en la bibliografía útil para esta novela. Conductor del Canal de Youtube Historiaen10´, mi tutor y particularmente un gran amigo, fue de gran ayuda. Debo agradecer a la Licenciada Holm también, una excelente profesora que me brindó un panorama brillante acerca de los primeros gobiernos radicales y el golpe de 1930. Sin dudas, debo agradecer al Licenciado Nicolás González del Bary que en cada novela que escribí, me presentó todo su apoyo, brindándome su contacto en todo momento. También agradezco a personas como Gaby Guerrero que gentilmente buscó cartas de sus padres y abuelos para ayudarme a armar un glosario de la época. Sin dudas, no pueden faltar agradecimientos a todos mis familiares que me apoyaron en todos mis proyectos literarios, como el tío recutti, el tío macho y mi prima Lucia que siempre estuvo para sacarme dudas respecto a la ortografía y gramática.

  • Aclaraciones

    Alerta spoiler. Esta novela intentó ser lo más realista posible. Para lograrlo, utilicé numerosas fuentes. El personaje Juan Domingo, que hacía referencia a Perón que en esa época era Capitán del Ejército, lo hice tomando a la fuente Tres Revoluciones Militares y la autobiografía escrita por Enrique Pavón Pereyra, que son exclusivos testimonios de él. Allí cuenta con detalle todo el proceso del golpe de 1930 o al menos de los que él participó. Luego, las noticias las saqué de diarios y periódicos de la época. Fueron fundamentales porque ayudaron a contextualizar aún más el momento que se estaba viviendo. Los ejemplares digitales de Caras y Caretas, presentes en la Biblioteca digital de España, ayudaron al contexto material. Si se acuerdan, puse precios, medicamentos, entre otros materiales. Todo eso fue gracias a las publicidades presentes en Caras y Caretas, las cuales me hubiesen servido mucho para mis otras dos novelas Amor, secretos y guerra, y

  • Capítulo treinta

    El Capitán Juan Domingo se encontraba en la Escuela Superior de Guerra, previo alistamiento de armas. Allí se encontró con el Mayor Laureano Anaya. Los oficiales alumnos de la Escuela, esperaban órdenes del Teniente Coronel Descalzo para salir. El Capitán Juan Domingo controlaba que así sea. Presente allí y habiendo controlado que se cumpliera lo dispuesto por el Coronel Descalzo, conversó con los oficiales del regimiento de Granaderos. Les advirtió del peligro de tirar contra las tropas que pasaran y estos lo entendieron: solo iban a disparar si eran atacados. -El Jefe de Granaderos ante nuestras gestiones mandó decir que "bajo su palabra de honor" las tropas no saldrían del cuartel y que solo se resistirían si eran atacadas –comunicaba Juan Domingo a un oficial. A pesar de la resistencia del regimiento de Granaderos, luego de gestiones, se nombró como jefe a otro Teniente Coronel y lograron que Granaderos se uniera a las columnas rev

  • Capítulo veintinueve

    “EL PRESIDENTE YRIGOYEN DELEGÓ EL MANDO” decía las tapas de los diarios y periódicos argentinos. “Aquejado de una gripe que lo obliga a permanecer en cama, el Presidente delegó el mando en el vice Enrique Martínez. Yrigoyen firmó el respectivo decreto en su casa de la calle Brasil, el 5 a las 17. Muy agitada jornada la de este día. A comienzos de la mañana Yrigoyen recibió al ministro de Justicia, Juan de la Campa, quien luego de someterle a la firma varios despachos –entre ellos el nombramiento del doctor José Figueroa Alcorta como presidente de la Corte Suprema- le expuso una situación política que, a su entender, tenía como única salida viable la renuncia presidencial” Bartolomé leía el diario. No tomó con tanta sorpresa la renuncia del Presidente de la Nación. Y en cierto aspecto, se lo venía a venir. Rodríguez le había comentado que Yrigoyen estaba con una fuerte gripe, y para alguien de setenta y ocho años, una enfermedad de esas podía ser más

  • Capítulo veintiocho

    Como era costumbre, Bartolomé estaba llegando a la casa de Filomeno en su auto. Lo estacionó en la vereda. Filomeno lo recibió con un saludo poco gustoso y lo hizo pasar a su casa. Bartolomé creía que iban a haber más personas, pero no, estaban únicamente ellos dos, completamente solos. -La situación se puso difícil –dijo Bartolomé. -Así es… -respondía Filomeno. Bartolomé podía notar la frialdad de Filomeno. Sabía que estaba inquieto, pero no podría descifrar qué le ocurría. -Te estarás preguntando por qué te cité acá –dijo Filomeno interrumpiendo los pensamientos de Bartolomé. -Eso creo. Filomeno miraba con recelo a Bartolomé. -¿Sabías que renunció el Ministro de Guerra no? –preguntó Filomeno. -Si, lo sabía, lo leí en el diario. -¿Sabés qué significa su renuncia? Bartolomé quedó en silencio. Esperaba a que Filomeno le respondiese, pero ya sabía la respue

  • Capítulo veintisiete

    Los diarios y periódicos se vendían en un mayor ritmo en comparación a cualquier otro día normal. La gente leía el diario en la calle. Nélida compró el suyo para informarse y dejárselo a su prometido. Bartolomé y Arturo se habían ido. Pero Nélida se había quedado, ordenando la casa, cocinando y leyendo el diario. Le asombraba una noticia cuyo título mas resaltante decía: “Renunció el Ministro de Guerra”. Era un hecho. El ministro de Guerra Dellepiane, había renunciado de su cargo. Los rumores finalmente dejaron de ser rumores.“En desacuerdo con la pasividad presidencial frente al motín que se avecina, el General Luis Dellepiane renunció a su cargo el día 2. Cubre la vacante, provisoriamente, el ministro del Interior, Elpidio GonzálezA fines del mes pasado, Dellepiane denunció a Yrigoyen la trama revolucionaria y el nombre de sus responsables, aconsejando la inmediata disposición de medidas preventivas, implantando el estado de sitio y deteniendo a

  • Capítulo veintiséis

    Bartolomé tenía una cara de pocos amigos. Fue hacia la puerta, la cerró con mucha fuerza demostrando su enojo, y volvió a la silla que estaba frente a la cama de Rodríguez.La mirada entre ambos marcaba la tensión existente. A Rodríguez lo habían baleado por culpa de Bartolomé y este último lo sabía muy bien.-¿Qué diablos quiere, Sr. Craviotto? –preguntó Rodríguez queriendo empezar la conversación.-Su ayuda.Bartolomé reía en sarcasmo.-¿Usted quiere mi ayuda me está diciendo? Debe estar jodiéndome.-No lo estoy jodiendo, Sr. Rodríguez, necesito su ayuda.Rodríguez golpeó la cama con todas sus fuerzas.-¡Pues olvídese! –Gritó- no se la voy a dar. Y en cuanto siga mucho tiempo más acá, lo van a sacar por la fuerza. ¿O qué se cree? ¿qué podía venir a mi casa y hacer de cuenta que está en la suya sin tener consecuencias? ¡Soy un agente del gobierno nacional! ¡Tengo mi propia seguridad!Bartolomé apretó sus puños demostrando una vez más su enojo. Entendía el resentimiento de Rodríguez p

  • Capítulo veinticinco

    Arturo atendía a Bartolomé como si fuese una visita extraordinaria en su hogar. Se sentaron en las sillas que estaban alrededor de la mesa y ambos esperaban a que el otro rompiera el hielo para poder hablar. Bartolomé sentía que era difícil expresar lo que quería. Por su lado, Arturo entendía que Bartolomé era muy especial y no sabría con qué podría encontrarse. Podía ser algo bueno, pero también algo malo. -¿Y qué os trae por aquí? –preguntó Arturo, siendo el que rompió el hielo. Bartolomé seguía en silencio, pensando en cómo iba a contestarle a su vecino en su propia casa. -Digo, has mencionado que tienes una decisión tomada –recordó Arturo. Bartolomé asentía con la cabeza. -¿Seriáis tan amable de deciros cuál es la decisión que tomasteis? Bartolomé, que estaba mirando a un punto fijo, levantó la cabeza directamente hacia su vecino. Creía que si estaba allí presente, en medio de la noche, debería ten

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32 chapters
Capítulo uno
Entre la patria y la democracia/Ignacio Ariel Montaño
Bartolomé Craviotto, joven de diecinueve años, estaba caminando de regreso a su hogar. Su padre había decidido que, luego de la victoria de Yrigoyen en las elecciones de 1928, se tomaría un descanso del trabajo, principalmente porque las calles de Capital Federal iban a ser turbulentas, difíciles de transitar con un clima tenso. Paró frente a un almacén en donde iba a comprar un diario para su padre. Había variedad, pero eligió el de siempre. -Buenos días, señor Del Pino –Saludaba Bartolomé a Rubén Del Pino, un amigo de su familia. -Caballero –contestaba mientras se sacaba el cigarrillo de la boca-. ¿Cómo anda? -Yo muy bien, gracias. -¿Qué te trae por acá? -Necesitaba La Fronda –pidió con una leve sonrisa Justo comenzó a reír. -¿Es para tu padre verdad? -Así es, señor. Justo, entre la cantidad de periódicos, buscó el que le había pedido Bartolomé, La Fronda. Tal peri
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Capítulo dos
Entre la patria y la democracia/Ignacio Ariel Montaño
Caminito que el tiempo ha borradoque juntos un día nos viste pasar,he venido por última vez,he venido a contarte mi mal. Escuchaba Bartolomé en su profundo sueño. No entendía qué es lo que había ocurrido ni donde estaba.Caminito que entonces estabasbordeado de trébol why juncos en flor… -Una sombra ya pronto serás, una sombra lo mismo que yo –dijo Bartolomé en voz alta sin darse cuenta, mientras se despertaba. Al darse cuenta de que estaba cantando la letra de una canción de Carlos Gardel, se levantó súbitamente. La Radio era lo que estaba escuchando, y en la habitación, estaba observándolo la misma persona que había conocido en el conventillo, el español. -¿Y vos qué hacés acá? –preguntó Bartolomé -Me llamo Arturo. ¿No os acordais? Podrías llamarme por mi nombre –se quejaba-. Por cierto, a mí también me gusta Gardel. Bartolomé estaba perdiendo la paciencia. Había recibido un golpe que lo dejó inconsciente y
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Capítulo tres
Entre la patria y la democracia/Ignacio Ariel Montaño
Bartolomé caminaba por las calles del Barrio de la Boca. Un barrio que le resultaba de lo más atractivo y quizás, simbolizaba con mucha firmeza la dignidad del trabajo, especialmente por la cargas y descargas en los barcos que llegaban a la zona de desembarco del Riachuelo. -Buenos días, señor Craviotto –lo saludaba una persona al pasar mientras alzaba su sombrero. -Buenos días para usted –respondía con una leve sonrisa. Saludarse con los vecinos que a su vez eran compañeros de trabajo, era algo normal para su barrio. Bartolomé, finalmente llegó a su hogar, el Conventillo, el que ya había quedado atrás como vivienda tradicional. En vez de entrar a su habitación donde encontraría a su padre, tomó dos baldes y se dirigió a un pozo donde había una fila de dos personas. Para pasar el tiempo, encendió un cigarrillo, y comenzó a fumarlo. Creía que al terminar de fumar, ya sería su turno. Y efectivamente, así fue.
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Capítulo cuatro
Entre la patria y la democracia/Ignacio Ariel Montaño
-¿Por qué sos tan misterioso gallego? –preguntaba Bartolomé. Ambos estaban parados en el medio del patio principal del conventillo. Estaban fumando. Arturo lo miraba sorprendido. ¿Qué le habría querido decir? ¿Otra vez habría querido insultarlo? -Disculparme Tano. ¿Qué quisisteis decir? -Venís de España y trabajás para el gobierno nacional. ¿Por qué? ¿Cuántos extranjeros más hay colaborando? Arturo ahora lo entendía. -Quizás más adelante os diga. Pero primero debéis hablar con el Señor Rodríguez. -¿Por qué es tan importante? -Es una persona de la confianza de vuestro gobierno nacional. Bartolomé ponía los ojos hacia arriba y tiraba al piso su cigarrillo para apagarlo. No le caía del todo bien su compañero de habitación, pero poco a poco comenzaba a tolerarlo. -Vos sois un misterio también –dijo Arturo. -¿Yo? -Si, vos. -¿Acaso yo te oculté alg
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Capítulo cinco
Entre la patria y la democracia/Ignacio Ariel Montaño
Habían pasado dos semanas desde el cumpleaños número veinte de Bartolomé. Sabía que había aceptado un trabajo difícil, pero creía que la suma ofrecida era inigualable. Ganaría más que en cualquier trabajo tradicional. Para su suerte, estaba acomodándose en la vida castrense. Bartolomé estaba en la esquina del conventillo donde vivía, hablando con su nuevo jefe, el señor Lisandro Rodríguez. -Nuestro objetivo es Filomeno Díaz. Es un subteniente de la confianza del General Uriburu. Sospecho que es quien hace el trabajo de adhesión. -¿Adhesión? -Exacto querido amigo. Se encarga de atraer a la muchedumbre. Bartolomé miraba sin entender. No tenía experiencia trabajando de espía, no era algo que se imaginó alguna vez. -¡El se encarga de sumar personas a su causa revolucionaria! –se impacientaba el señor Rodríguez. -¿Y qué tengo qué hacer? -Pues, ganar su confianza. Que te haga entrar en las reunio
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Capítulo seís
Entre la patria y la democracia/Ignacio Ariel Montaño
Arturo estaba manteniendo una conversación con su compañero de piso en la habitación donde vivían. Su padre no estaba presente debido al trabajo. Sin embargo, la ausencia que más le llamó la atención a Bartolomé fue la de Nélida, la criada. -¿Y la criada? –preguntó Bartolomé. -No sé, creo que tenía una reunión familiar. Mañana viene. -Ah. Arturo veía en Bartolomé cierta preocupación por la criada. No tendría forma de saber que había pasado algo entre ellos, pero aún así, sospechaba, como si fuera un detective. -¿Os pasa con vuestra criada? -No, nada. Solo quería saber dónde estaba, es todo. -Según mi juicio, ella os interesa por algo más que solo simple información de su paradero. -Dejate de embromar gallego. Arturo prefirió dejar el tema de conversación para otro mejor momento. No quería causar la molestia en Bartolomé. Así solo lograría distanciarse de él. -Y decim
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Capítulo siete
Entre la patria y la democracia/Ignacio Ariel Montaño
Bartolomé se encontraba en un bar hablando con Rodríguez. Ambos estaban bebiendo un café. -Así que dígame, Sr. Craviotto. ¿El subteniente lo espera en la Pulpería Hernández a las siete de la tarde? -Así es. -¿Y le dijo que fuera solo? -Cierto. -Interesante –concluía Rodríguez mientras suspiraba. El ambiente no era para nada tenso, pero Rodríguez igual se preocupaba. Lo ideal hubiese sido que pudiera ser acompañado por Arturo. -¿Y usted qué piensa hacer? –Preguntaba su jefe. -No lo sé. Eso le iba a preguntar. ¿Qué debería hacer? Rodríguez sonreía. Se daba cuenta que Bartolomé, si bien era muy testarudo en algunas cosas, difícil para aceptar las propuestas, era un hombre fiel, un hombre de palabra. Sabía que podía confiar en él y por eso lo había querido para el trabajo. -Tiene dos opciones. La primera, anotarse las cosas importantes que Filomeno pueda decir.
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Capítulo ocho
Entre la patria y la democracia/Ignacio Ariel Montaño
El mozo traía un mini barril de madera con bebida dentro. Bartolomé no sabía bien qué bebida era, pero para hacer un buen papel, debía tratar de no rechazarle nada a su subteniente. -Un poco de vino no nos va a hacer mal, Sr. Craviotto –dijo Filomeno. Bartolomé sintió cierto alivio. El vino no le disgustaba así que no iba a tener que consumir algo por la fuerza. Filomeno sacó uno de sus cigarros avanti. Bartolomé no estaba acostumbrado a ello. Solo fumaba cigarrillos comunes y corrientes ya que no costaban tanto dinero. Luego, el subteniente encendió su cigarro y fumando dirigió su mirada hacia Bartolomé. -¿Quiere uno? ¿Qué hago? Si digo que si, quedo como un confianzudo. Si digo que no, lo estoy rechazando. Era su gran duda. -Claro –respondió Bartolomé en un tono vergonzoso. El subteniente le extendió uno, le dio una cajita de fósforos y lo encendió. Los dos estaban fumando con copas de vi
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Capítulo nueve
Entre la patria y la democracia/Ignacio Ariel Montaño
El Sr. Rodríguez estaba impaciente. Esperaba a Bartolomé hacía más de una hora en una esquina. Siempre fue puntual en las reuniones que tuvieron. Le llamaba la atención. Para su suerte, pudo visualizar la caminata de Bartolomé. Eso lo tranquilizó por completo. Tenía miedo de que le hubiesen hecho algo. -¿Por qué llega tarde? –Le recriminó apenas llegó- Me he tomado tres cafés esperándolo. -Se me pasó. Estaba muy cansado y me desperté un poco más tarde de lo habitual –explicaba. Y era verdad. Bartolomé estaba agotado. El Ejército le demandaba un esfuerzo físico que cansaría a cualquier persona. Pero el agotamiento de Bartolomé era más mental que otra cosa. Tenía miedo a que algo fallara, quería que todo saliera perfecto para no sufrir ninguna consecuencia negativa. Rodríguez dudaba pero no le dio importancia. Solo quería conversar con él para saber qué ocurrió con Filomeno. -¿Y…? –preguntaba Rodríguez esperando que
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Capítulo diez
Entre la patria y la democracia/Ignacio Ariel Montaño
Eran las ocho de la mañana. El ambiente era triste. Hacía frío y el viento terminaba de decorar esa tenebrosidad. El Sr. Rodríguez se había ofrecido para financiar el entierro y mantenimiento de Eugenio. Además, financió el traje que Bartolomé debía usar para despedir a su padre. Se encontraban Rodríguez, Bartolomé, Arturo y otros colegas que trabajaban para el Jefe. No había abundancia de gente. Los familiares de Bartolomé, en su mayoría, vivían en otras provincias y debía avisarles de lo sucedido. -Lo siento mucho, Tano –le hablaba Arturo manifestando su pésame. Bartolomé lo aceptó, al igual que aceptó el de Rodríguez y todos los que estaban allí presentes. Se notaba que Bartolomé estaba triste. Pero también estaba enojado. Miraba a cualquier lado pensando en cualquier cosa para despejar su mente, pero era inútil. El sabía que era lo que ocupaban sus pensamientos. -¿En qué estáis pensando? –preguntaba Arturo. -E
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