Definir mi mundo o mi infierno como solía llamarlo, era algo que se me facilitaba. Dinero, armas y poder; tres palabras sencillas, sin embargo, todas son difíciles de obtener en su estado material. Reina, así suelen llamarme, tengo un trono de dinero, armas suficientes como para equipar a un ejército, poder con sólo nombrarme y balas para mis enemigos. El infierno de la mafia no lo había escogido yo, el me había elegido para gobernarlo y ¡Amaba mi infierno!. Estaba decidida a tomar el lugar de mi padre, nadie más que yo ocuparía el trono que él había dejado vacío, yo sería la Reina de mafia así como el fue Rey, pero tendría que pelearlo, ya que mis enemigos no estaban de acuerdo con mis ambiciones, habían esperado ese lugar por años y ahora que mi padre no estaba lo tomarían. Se formaron Alianzas, me acorralaron y me obligaron a huir cada vez más lejos, sin embargo conservaba la idea de volver para vengarme de cada uno de ellos, y mientras tanto debía seguir huyendo, corriendo de un lado a otro por mi vida, pero todo cambió cuando ella llegó. Su voz dulce, su mirada inocente y su sonrisa llena de ternura; le dieron un giro inesperado a las cosas, a mi vida. ¿Ser su niñera sería el escondite perfecto, no? ¿Mis planes no cambiarían en lo absoluto, cierto? Ni por ella y mucho menos por su padre ¿Verdad?
Leer másHace un mes murió mi padre, el gran jefe de la mafia en todo Estados Unidos y Reino Unido. Después de su muerte me convertí en la cabecilla de la organización, pero a pesar de la fuerza que he demostrado, sus enemigos ven su muerte como la perfecta oportunidad y me consideran vulnerable. Harán lo que sea para quitarme del camino y en este mundo solo hay una manera de quitar los estorbos del camino...
—¡Dispara de una m*****a vez Lucas! —le grité impetuosamente.—¡Lo estoy haciendo carajo! —respondió indignado— Pero son muchos Reina, hemos tenido muchas bajas debemos ¡Largarnos! —continuó diciendo.—¡Allá! —le dije señalando la fábrica frente a nosotros y juntos empezamos a correr hacia ella.Mi nombre es DAPHNE KING, pero nadie me llama así, no se los permito. Sólo dos personas sobre la tierra me han llamado por mi nombre y ambos ya están muertos, ellos son mis padres.Llevo 25 años en este mundo, es ¡Mi mundo!, El único que conozco desde que tengo memoría, aquí pertenezco y mi único objetivo en la vida es convertirme en la ¡Reina de la mafia!. Hacerme un lugar y nombre, y que cada uno de mis enemigos entiendan que aunque mi padre murió, el trono no quedó vacío.Lucas (Alias camaleón), es mi hombre de confianza.—¿¡Estás asustada niñita!? —escuché a "Lagarto" preguntar mientras yo permanecía escondida detrás de unos tanque.Estábamos recibiendo un importante cargamento cuando de repente el cartel del norte, liderado por su líder Jeffrey (Alias lagarto) llegaron con una lluvia de balas y en pocos segundos estábamos hasta el cuello de m****a. No sé quien les aviso, pero mientras mi padre vivía no se atrevían hacer algo así, sin embargo había un hecho irrefutable en todo esto, ¡No iban a salir con vida! Y les demostraría que conmigo tampoco deben meterse. Aprendí del mejor, mi padre.—¡El gran faraón ya murió, es tiempo de que yo tome su lugar y tú me estorbas! —vociferó a boca llena."EL FARAÓN" el alias de mi padre, recuerdo que cada vez que me enojaba con él lo llamaba así y él lo odiaba, y me decía: "Preferiría que me dijeras Gustavo", ese era su nombre real.Empuñe mi arma con firmeza y fruncí el ceño con frustración.<<¡Maldita sea! ¿Por qué justo ahora te estoy recordando, papá?>> pensé enojada con mis propios sentimientos.A unos pasos de mi está Lucas, lo miro con determinación y de inmediato esa expresión tan tipica de "Lo que estás pensando en hacer no lo hagas" aparece en su rostro.Cierro mis ojos lentamente, respiro profundo y contengo la respiración por un instante centrándome en mi entorno. A los lejos se escucha un goteo continuó que seguramente vendrá de alguna fuga en una de las tuberías viejas de esta fábrica abandonada, y al mismo tiempo escucho el leve sonido de unos pasos acercándose a mi. Abro mis ojos y miro hacia todos lados buscando una alternativa, una idea; y en ese instante bajo la mirada al suelo y observo unas piedras esparcidas sobre el, así que tomo una y la lanzó con un poco de fuerza hacía mi izquierda y está cae hacia el otro extremo de la fábrica.Escucho aquellos pasos detenerse a mitad del camino hacia mí y al asomarme con cautela observó a "Lagarto" dirigirse con una sádica sonrisa al otro extremo de la fábrica en donde se produjo el sonido, mientras le hace señas a sus peones para que lo sigan.—Se que debes de estar asustada, pero te prometo que si sales no te haré daño, está claro que una mujer no sirve para este negocio, ríndete y te prometo darte un buen lugar como una de mis prostitutas, ¿Qué dices Reinita? —preguntó burlándose.Esperé pacientemente mientras él se acercaba a mi trampa. Observe como les indicaba con una señal a sus hombres para que se adelantasen al lugar de mi supuesto escondite y cuando estos lo rodearon apuntando con sus armas, su cara de desconcierto al no encontrarme fue mi señal.Me levanté rápidamente y apunté hacia ellos.—¡Vete al infierno m*****a lagartija! —solté con desagrado y al mismo tiempo le disparé a aquellos tanques, los cuales estallaron inmediatamente.Sin perder tiempo me tiré al suelo y rodé hacia el lado opuesto hasta llegar a Lucas.—Salgamos de aquí, este maldito edificio se caerá en pocos segundos —dije mientras sentía la estructura de la fábrica temblar y escombros empezaban a caer en todos lados.—¡Un día de estos vas a matarnos! —expresó Lucas con enojo, y yo en respuesta solo volteé los ojos y empecé a correr hacia la puerta, por la cual iban entrando tres subordinados de "Lagarto"; ni siquiera los dejamos parpadear cuando ya estaban en el suelo con una bala en el cráneo.Logramos salir del edificio y apuntamos a todos lados buscando si queda algún otro enemigo.—Tal parece que ya eran todos los que quedaban —dijo Lucas —Eliminamos a más de la mayoría antes de entrar a la fábrica, seguramente esos tres se quedaron a vigilar —continúo.Lo miré sin decir palabra alguna y volví mi mirada a la fábrica.—Larguémonos de aquí, esto va a estallar y la policía no tarda en llegar —dije mientras empezaba a caminar rápidamente y sentía la mirada de desaprobación de Lucas.Llegamos rápidamente al auto y ambos subimos; yo en el asiento del piloto y él a mi lado.—Deja de actuar de esa forma tan extremistas, terminaras matándote a ti misma —me reprochó con enojo mientras yo arrancaba a toda velocidad.—Deja de quejarte o cámbiate el maldito pañal de una ¡Buena vez! —espeté.Lucas me miró fijamente unos segundos sin decir nada y luego soltó suspiró, se acomodó en el asiento, miró hacia la carretera y colocó la mano en su frente.—Solo ha pasado un mes y ya nos hemos enfrentado a cinco carteles importantes y eso sin contar que incluso la DEA está detrás de ti, ya han decomisado dos cargamentos, Reina. —expresó con frustración.—Pero lo importante es que no saben a quien están buscando, jamás me he dejado ver por ninguno de ellos —defendí.—Pero de seguir así, pronto nos quedaremos sin hombres y no podremos combatir, además que ese imbécil no tarda en aparecer —dijo con desagrado.—El bastardo de Agustín, no tiene ninguna oportunidad, voy matarlo, es simple —solté desproporcionada.Mi historia con ese hombre no es complicada; su padre mató a mi madre y yo maté a su padre, bastante sencillo.Mientras que mi padre estaba vivo no se atrevía a vengarse ahora busca mi cabeza...—No es tan simple, hablamos del rival más grande que tenía tu padre —replicó.—El rival más grande era Beman, el padre de Agustín, no él. Él solo es una rata con una puta arma y algo de poder —reproché.—Tenemos que prepararnos, cada vez son más y te quieren muerta.—Yo también los quiero muerto —solté con determinación.—¡No abuses de tu suerte Reina!, le hemos ganado a tres carteles pero te estas haciendo de muchos más enemigos y no tienes ni un solo aliado y cada vez tenemos menos distribuidores y compradores.—En este negocio tienes que hacer que todos te teman y ya tengo un plan para eso —dije con una sonrisa de seguridad mientras aceleraba por esa oscura y vacía carretera.Volteé unos segundos para mirar a Lucas y este me miraba con preocupación; tomé con firmeza el volante y dije:—Si quieren guerra, guerra tendrán, así son las cosas en este negocio, ya deberías de saberlo.—¿Y si aceptas la ayuda de "El italiano"? —preguntó e inmediatamente una expresión de desagrado y repulsión apareció en mi rostro.—¡Ese maldito viejo asqueroso lo único que quiere es que sea una más de sus prostituta y primero tendrá que matarme! —exclamé.—¿¡Qué!? Pensé que quería ayudarte porque era amigo de tu padre —contestó indignado.—Amigos no eran, solo hicieron una tregua —le informé.—Si es así no aceptaras una m****a de ese viejo —espetó.—Primero, no lo digas como si me estuvieses dando una orden y segundo, no te luce el papel de celoso Lucas.—Si, si, ya entendí que lo nuestro es solo físico —contestó soltando un suspiro y volteé los ojos con exasperación en respuesta.Tiempo después llegamos a la mansión, la cual está ubicada en una colina rodeada por un extenso bosque, alejada de la ciudad.Al llegar, mis guardias abrieron el portón; uno de ellos estaciona el auto mientras Lucas y yo entramos a la mansión.En medio de la sala están dos de mis subordinados con una gran cantidad de mercancía.—Patrona, pudimos salvar el cargamento, pero perdimos a muchos de los nuestros y cada vez somos menos, no resistiremos un ataque más —expresó con preocupación uno de ellos.—Contrata más gente —le contesté despreocupada.—Patrona, pero en estos momentos nadie quiere unirse a nosotros. Todos saben la cantidad de enemigos que ganamos después de la muerte del patrón —replicó.—Entonces contrata gente que no conozca mucho el negocio, hombres y mujeres que quieran ganar mucho dinero, y compra más armas, explosivos, lo que sea necesario.—El personal que tenemos ya no quiere seguir arriesgándose, patrona —informó.—Entonces que se vayan a la m****a. Nadie los va a detener —le contesté con aquel aburrimiento que me producía la conversación, y empecé a subir las escaleras mientras Lucas me seguía.Llegué a mi habitación y él entró detrás de mí.—Lo mejor es tomar todo el dinero que tenemos y retirarnos, Reina —dijo, mientras yo me servía un vaso de whisky, el cual tomé de un solo trago, para luego quitarme la blusa.—¿¡Vas a seguir quejándote o vamos a coger!? —le pregunté, ignorando su propuesta. Él ya conocía de sobra mi respuesta.Lucas soltó un suspiro, se apresuró hacia mí y de inmediato me tomó por las caderas, me levantó y rápidamente coloqué mis piernas alrededor de su cintura.—¿Por qué no puedo resistirme a ti? —me preguntó, mientras respiraba profundamente el aroma de mi piel cerca de mi cuello.—Cállate y házmelo —le ordené y tuvimos el sexo salvaje que tanto necesitaba para liberar tensión y estrés.Después de un rato, Lucas se había quedado dormido. Yo me levanté de la cama, me puse mis bragas, una bata de satén negra, me serví un vaso de whisky y fui hasta el balcón.La noche era igual de gélida que las demás noches, pero al menos podía observar las luces lejanas de la ciudad, ya que el cielo parecía un mar oscuro completamente despejado que solo podía reflejar el vacío que existía en el alma de quien lo observaba.A mi madre la mataron cuando era tan solo una niña, pero la recuerdo muy bien. Ella era el ser más bueno y bondadoso que he conocido en toda mi vida, jamás entendí por qué era tan buena y cada vez que le preguntaba, ella me decía que todos tenemos bondad dentro de nosotros y a veces es necesario tener un hijo para darse cuenta de todo el amor que podemos entregar.Yo no lo entendía, pues mi padre decía que me parecía más a él de lo que me convenía, que era obstinada y que me costaba demostrar afecto, pero yo no creía que él fuera así; yo podía ver cuánto me amaba cuando tan solo me miraba.Nunca he planeado tener una familia, jamás he querido ser madre, ya que sé que sería una terrible madre. Sin embargo, siempre me he preguntado si yo podría sentir ese mismo amor que ellos sentían hacia mí, un amor que los hacía débiles, al punto de dar sus vidas por mí; primero ella y luego él.La tensión en la habitación se podía cortar con un cuchillo. Carter retiró su mano de inmediato, su expresión volviendo a ser fría y profesional, aunque era evidente que la interrupción de Damián lo había incomodado.Carter bajó la mano lentamente, manteniendo la mirada fija en Damián, sin siquiera parpadear. Una sonrisa irónica se dibujó en sus labios.—Por supuesto —respondió con aparente tranquilidad, pero el sarcasmo en su voz era inconfundible—. No tenía intención de incomodar, con permiso.Carter salió de la habitación. Intenté detenerlo, pero antes de que pudiera decir algo, Damián tomó mi brazo, haciendo que dirigiera mi atención hacia él. Su mirada estaba cargada de una mezcla de celos y frustración.—¿Qué está pasando aquí, Daphne? —demandó, su voz baja pero tensa, como una cuerda a punto de romperse—. ¿Por qué ese tipo se siente tan cómodo contigo? Tanto que se atreve a acariciarte el rostro.Le sostuve la mirada con firmeza.—Damián, conozco a Carter desde hace muchos años
En cuanto salimos de esa bodega, veo frente a mí a Damián, Linsey y Lucas. Sus rostros reflejaban un gran alivio y felicidad, tanto que ninguno pareció notar que estaba esposada.Damián dejó a Linsey con Lucas y rápidamente se apresuró hacia mí para después abrazarme con todas sus fuerzas. Siento que mi corazón se rompe al no poder corresponderle y abrazarlo también.—¡Mi amor! —exclamó en un tono desesperado. Su voz casi se quebraba y me besó lleno de necesidad.Soporté el dolor en mi labio inferior debido a la herida que tenía por la pelea con Ernesto, y también lo besé con las mismas ansias e intensidad.—Por un momento pensé que te perdería; debiste decirme que este era tu plan —dijo Damián al separar nuestros labios, juntando su frente contra la mía mientras sostenía mi rostro entre sus manos.Las lágrimas caen recorriendo mis mejillas; bajo mi cabeza y él besa mi frente.—Lo siento mucho... —mi voz apenas fue un leve susurro.—No, no te disculpes, ya nada de esto importa; lo imp
El lugar estaba en completo silencio, mientras la tensión del ambiente pesaba sobre mis hombros. Sin embargo, mi dedo en el gatillo no temblaba, ni mi vista se apartaba ni por un segundo de aquel hombre que sostenía a mi pequeña.Ernesto irrumpió con una risa burlona y estrepitosa, claramente disfrutando del "espectáculo".—Suéltala —ordenó finalmente, con un gesto de su mano.El hombre obedeció de inmediato, y Linsey corrió hacia mí, abrazándome fuertemente. La estreché con lágrimas en los ojos, sintiendo un alivio inmenso al tenerla de vuelta en mis brazos. Pude sentir cómo su pequeño corazón latía con fuerza y rapidez.—Ya estoy aquí, cariño. No dejaré que nadie te haga daño... —le dije abrazándola más fuerte.—No dejes que me lleven, Daphne —me suplicó entre lágrimas.—No lo haré, no te preocupes; tu papá y yo vamos a protegerte.—No vamos a permitir que nada te pase, mi princesa —agregó Damián mientras acariciaba su cabello.—Qué conmovedor, la familia feliz reunida de nuevo —irr
Miro los ojos llorosos de Damián mientras no puedo parar de llorar. —Yo también te amo, Damián, te amo con toda mi alma —le dije casi sin poder respirar. Damián besa mis labios con intensidad, amor y necesidad; yo lo secundó y siento que mis piernas tiemblan y mi corazón rebosa de felicidad. Nos separamos sin aliento y junto su frente con la mía mientras su nariz roza la mía.—Por favor, no me pidas que te deje sola —susurró.—Tienes que poner a nuestra hija a salvo... —En cuanto esas palabras salen de mi boca, Damián levanta la cabeza y me mira—. ¿Nuestra hija? —preguntó. Asentí simplemente y Damián sonrió—. Sí, es nuestra hija... Tomé sus manos y lo miré fijamente.—Sigamos el plan, y yo te juro que voy a estar bien. Damián asiente, aunque no parece convencido. —Y yo te juro que si te hace algo ese bastardo, regresaré a matarlo —afirmó con determinación. No pude evitar sonreír.—¿Qué es lo que escucho? ¿El hombre más correcto hablando como todo un criminal? —pregunté con ironía.—Lo
Solté un sonido de exasperación, bajé las escaleras y pronto salí de la casa. Debido a la hora, pedí un taxi que no tardó mucho en llegar. Tiempo después, el auto frena en un local que aparenta ser una tienda de empeño.Salgo del taxi y entro al lugar. Lo primero que veo es a un señor del otro lado de la vitrina revisando un collar con una lupa.—¿Eres Julio? —pregunté.—Depende de quién lo pregunte... —respondió y luego me miró de reojo—. ¿Qué hace una dama tan elegante como usted en una tienda de empeño de medio pelo como esta?—Vengo a tener una charla con usted...—¿Sobre qué?—Sobre armas... —respondí con simpleza.—¿¡Usted!? —se burló.—Soy una buena amiga de Lucas. Para ser más específicos, las armas son para mí, y usted sabe que está cobrando de más —me acerqué al mostrador.—Nadie le pone precio a mi mercancía. Y si usted viene de parte de Lucas, déjeme decirle que el precio que le di no va a cambiar —dijo y me miró fijamente mientras yo le mostraba una pequeña sonrisa sarcás
Mis pensamientos se agolparon, como un enjambre de abejas furiosas. El miedo y la impotencia se entrelazaron en mi interior, formando un nudo inquebrantable en mi estómago. La habitación parecía más pequeña, como si las paredes se cerraran sobre mí. Mi cuerpo temblaba por completo y no podía distinguir si era de pánico o de ira. Pero, a pesar de eso, solo una cosa tenía clara: no voy a permitir que nadie... ¡Absolutamente nadie le haga daño a mi niña!—Escúchame bien, Jennifer. No vas a llamar a la policía —le dije con firmeza, mientras sostenía el teléfono con fuerza.—¿Qué? ¡Pero Damián está a punto de hacerlo! —respondió Jennifer, con un tono de confusión y angustia.—Dile que no lo haga —insistí, contundentemente.Escuché a Jennifer discutir con Damián; al parecer, ella le había quitado el celular.—Explícanos, por favor, estás en altavoz —dijo Jennifer.—Esto no es un secuestro común, quienes hicieron esto no quieren dinero —hablé con firmeza.—Entonces dinos de una maldita vez,
Último capítulo