Si hablamos de personas impacientes, Damián seguramente lideraría la lista. Desde el momento en que decidimos casarnos, quedó claro que él no tenía la menor intención de esperar. Los preparativos, que para otros podían tomar meses, para él eran solo un detalle insignificante.
Con la ayuda de Jennifer y Lucas, Damián organizó la boda para que, en cuestión de una semana, todo estuviese listo, y hoy finalmente nos casamos.
Jennifer se encargó del vestido, asegurándose de que fuera algo "digno de una reina", como dijo con una sonrisa. Cuando vi el diseño que eligió, no pude evitar emocionarme. Era un vestido blanco con corte sirena, detalles de encaje, algunas piedras preciosas y transparencias, acompañado de una capa larga que se extendía como una cola.
—Estás muy hermosa, Daphne —dijo Linsey, viéndome fascinada, mientras yo me observaba en el espejo, incapaz de dejar de sonreír nerviosa y a la vez emocionada.
—Estás perfecta, toda una reina —pronunció Jennifer. Ambas nos reímos de esa i