La mañana de la partida de Tariq amaneció gris, como si incluso el clima conspirara para hacer el momento más sombrío. Mariana se vistió con cuidado automático, eligiendo traje tradicional de Alzhar en azul oscuro, queriendo hacer declaración silenciosa sobre lealtades.

No había dormido. Cada vez que cerraba los ojos, veía el video. O peor, veía la expresión de Khaled cuando la había mirado con duda.

Khaled tampoco había dormido en sus habitaciones. Según Yasmin, quien había traído té temprano con expresión de simpatía silenciosa, había pasado la noche en su oficina, revisando documentos de expulsión y manejando llamadas diplomáticas de crisis de última hora.