DOMINGO EN LA NOCHE.

Al subir a la habitación, las dos mujeres estaban bastante nerviosas, Landon era un tipo agresor y no le importaba lo que tuviese que hacer con tal de que no se burlaran de él.

-Señora, gracias por ayudarme, pero vea el golpe que recibió, dijo María llevando un poco de alcohol y una gasa para limpiar el hilo de sangre que salía de la boca de Marian.

-No pasa nada, créeme, ya estoy acostumbrada a esto, dijo la chica.

Esa noche se despidieron, María bajó a la casa de las empleadas domesticas y Marian puso seguro a la puerta de su habitación.

-Marian, Marian mi amor, ábreme la puerta, me siento solo, necesito hacerte el amor, hoy necesito a mi mujer. Gritaba el hombre escuchándose bastante ebrio.

Ella mientras tanto se hacía la dormida, Landon no podría entrar, ella había tomado todas las copias de las llaves que había de su habitación y las había escondido, además había mandado a comprar algunos cerrojos que había colocado uno de los empleados dentro de la habitación un día que Landon estaba en Sur América, unos diez cerrojos hacían imposible que el hombre pudiese entrar.

-Marian, sé que estas despierta, ábreme la puerta, anoche te veías espectacular, crees que no me di cuenta como te veía Omar Vitale mientras bailabas con él, ese hombre quiere acostarse con mi mujer, lo que él no sabe es que eres mía y solo mía, yo te compre y no te voy a vender nunca, así me den todo el dinero del mundo, decía Landon llorando detrás de la puerta de la habitación.

-Santo Dios, de verdad que este tipo está mal, pensaba Marian.

Así pasó el tiempo, a eso de las ocho de la noche, volvió Landon a gritar.

-Maldita seas Marian Kent, me iré con mujeres que no tenga que rogarles, tú no eres nadie, no mereces que yo esté aquí pidiendo que abras la puerta, hay cientos de viejas que quieren que Landon Drope les haga el amor, me voy a largar y no vendré.

Recuerda que mañana debes de estar en la empresa de Omar Vitale, ya sabes que tienes que hacer, gritaba el enfurecido hombre.

-Gracias Dios que se largó, decía Marian mientras tomaba su pijama para darse una ducha caliente, cuando terminó de ducharse moría de hambre.

La mujer tenía más de cuatro horas de estar encerrada en su habitación, no podía salir ya que Landon estaba tirado en el piso recostado a la puerta implorándole a la mujer que le abriera.

Al escuchar un corvette salir de la mansión a toda velocidad, Marian supo que su flamante marido se había ido, esa fue la señal para bajar a la cocina y prepararse algo de cenar.

-¿Señora Marian, le preparo algo para cenar? Preguntó una de las mujeres del servicio.

-No, no es necesario, ve a descansar, yo misma me prepararé un emparedado de mantequilla de mani.

Estando Marian ahí en la gigantesca cocina, vino a la mente Omar Vitale y la rubia que llevaba del brazo.

-¿Será la novia, será familiar, porqué María dijo que me miraba de mala manera? Estando sumida en todas esas preguntas, su teléfono móvil la hizo dar un salto.

-Señora Marian Kent, la espero mañana a primera hora en mi oficina, si es tan amable, indíquele a mi secretaria que la estoy esperando.

Al leer Marian aquel mensaje sonrió.     

-Señor Vitale, ahí estaré, que tenga linda noche, respondió ella con sus manos temblando de la emoción y aparte bastante intrigada por saber de dónde había conseguido su número de teléfono.

Esa noche Marian volvió a su habitación, le costó un poco poder dormir, Omar Vitale le había escrito y eso la tenía intranquila, ese hombre lo que se proponía lo conseguía, le llamaba la atención como ningún hombre lo había hecho antes y ahora trabajaría en su empresa, ella no sabía si podía con eso, por otra parte su esposo Landon, la presionaba para conseguir la sociedad con Vitale y así traer la mercancía desde Sur América.

Terminó por dormirse a eso de las doce de la noche, había sido un día de sube y baja, sabía que Landon no llegaría en toda la noche así que eso era lo único que la tenía tranquila.

Cuando a las seis de la mañana su alarma la despertó, aun moría de sueño, no había descansado mucho y tenía un día incierto en la empresa del Consorcio Vitale.

Marian se dio un baño rápido, cepilló su larga cabellera negra, se hizo una cola alta, se puso un maquillaje muy sutil, casi imperceptible, buscó dentro de su closet un vestido ejecutivo en color azul de la marca Chanel, unos zapatos en color arena que combinaban a la perfección, ambos de la marca Louis Vuitton.

Al bajar a la sala, Armando la estaba esperando.

-Señora Marian, la llevaré a su primer día de trabajo, ya el señor Landon está en un avión rumbo a Sur América, me ha pedido que la lleve a su trabajo, me dijo que le recordara cual es su papel en esa empresa, que no se pase de lista, porque la señora Dora pagará las consecuencias.

-Mire Armando, guárdese el discurso, yo sé perfectamente que hacer, le suplico que trate de no hablarme en lo que le quede de vida, porque usted igual que Sebastián va a terminar bajo tierra si sigue siendo leal a Landon, usted no me cae bien ni yo a usted, así que limítese a llevarme y a traerme, porque supongo que esa es su orden, vigilarme.

Armando no respondió, desde sus adentros deseaba matar a Marian, sin embargo si algo le sucedía a esa mujer, él terminaría con una bala en su cabeza.

-Como usted diga señora, la espero en el auto, dijo Armando de mala manera.

-María, ya me voy a trabajar, no desayunaré nada, estoy algo nerviosa, dijo Marian cuando fue hasta la cocina a buscar a la chica para despedirse.

-Señora, usted es una mujer muy capaz e inteligente, estoy segura que le irá bastante bien.

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