Capítulo 36: Llamada de emergencia
Los días se me van repitiendo como un ciclo que no termina. Me levanto antes del amanecer, apenas me doy una ducha rápida y corro al trabajo. Paso horas sirviendo mesas, sonriendo, aunque algunas veces ya no pueda más. Cuando termina el turno, regreso al apartamento, me quedo un rato con Lia, le preparo algo ligero de cenar y me acuesto a su lado para contarle un cuento.
Apenas cierra los ojos, salgo de puntillas hacia el hospital para estar con Liam, claro, primero me aseguro de que la señora Coleman llegue primero para quedarse con ella.
La mayoría de las noches me quedo ahí con mi hijo, dormitando en la orilla de la cama o en aquella butaca incómoda. Al amanecer vuelvo a casa, me baño a toda prisa y regreso al restaurante. Y otra vez lo mismo, un bucle interminable.
Mis ojeras se profundizan cada día más, siento la piel tirante, los músculos adoloridos, pero no hay tiempo para quejarme. No puedo darme ese lujo. Si yo me rompo, ¿quién sostiene a m