Capítulo 27: Soy un desastre
Colín sostiene la puerta del auto y me invita a subir. Su gesto es educado, como siempre, pero al reflejarme en la ventana oscura del coche siento un golpe en el estómago. Me detengo.
No tengo el aspecto adecuado para una cena de negocios. Mi cabello está recogido en un moño improvisado, con mechones rebeldes cayendo por los lados. La blusa que llevo está arrugada por tantas horas en el hospital, y mis jeans gastados no pueden disimular la realidad: luzco cansada, ojerosa, desaliñada.
Qué horror, soy un desastre.
Él levanta las cejas, confundido. Seguro piensa que voy a decirle que cambié de opinión, que ya no lo acompañaré. Antes de que hable, me adelanto.
—No puedo ir así. Mírame, Colín. Parezco… no sé, alguien que anduvo entre la basura. Traigo un aspecto callejero. —Señalo mi ropa con un gesto rápido, sintiendo cómo la vergüenza me quema la cara.
Por Dios, ni cuánta me había dado de mi aspecto hasta ahora.
Su mirada se suaviza.
—Tú siempre te ves herm