Capítulo 9. Olivia descubre a Cássio en una situación comprometedora
Más tarde, esa misma mañana, aseado y cambiado por ropa limpia, Cássio bajó a la cocina.
— Buenos días — saludó con ese tono ronco muy propio de él.
Matilda, que lo conocía como si fuese el hijo que perdió antes de siquiera poderlo conocer, le ofreció una taza de café cargado sin azúcar, recién colado.
— Buenos días, patrón — respondieron las criadas, pero el buscó a Dominga con la mirada.
— ¿Olivia despertó ya? — le preguntó a la muchacha, casi indiferente.
— No, patrón. Hace rato fui a verla y parecía un angelito durmiendo.
Cássio se tensó.
Ella de angelito no tenía nada. Era un torbellino que lo estaba trastocando desde los cimientos. Era, todo aquello que había prometido odiar y destruir. De angelito no tenía nada.
Matilda, que lo observaba con ese modo sereno que solo ella se permitía, le preguntó:
— ¿Quieres que te sirva el desayuno aquí?
Ella era la única que le llamaba por su nombre, sin títulos ni distancias. No le temía como el resto. Cassio negó con la cabeza.
— No. Llévenm