Capítulo 8. Cássio y Olivia pasan la noche en los establos
Cássio no supo cómo reaccionar ante el cuerpo de su esposa pegado al suyo, pero algo más fuerte y poderoso que él sintió la necesidad de protegerla de todo peligro.
— ¡Mírame, mírame! Estoy aquí — le dijo, tomándola de las mejillas —. ¿Estás bien? ¿Te lastimó? ¿Te hizo daño? — era lo único que importaba en ese momento.
Pero no necesitó respuestas.
Lo descubrió al inspeccionarla.
El animal la había golpeado con salvajismo en el pecho. Dios, era increíble que estuviese consciente después de una embestida de la yegua más grande del establo.
La impotencia creció más fuerte en el brasileño.
— Tengo que llevarte a la casa grande y hacer que te revisen, ¿de acuerdo? — ella apenas asintió —. ¿Puedes levantarte?
— Creo… creo que sí — musitó, sin fuerzas siquiera, pero al querer levantarse, un quejido involuntario escapó de su garganta.
— Está bien, está bien, no te muevas — le pidió, aborrecido consigo mismo.
Maldita sea. ¿Por qué no estuvo allí para evitar que algo así ocurriera?
La furia lo a