CAPÍTULO 55

YAMILA KAYA

La imagen de Aaron con el pecho descubierto, y una mujer tocándolo, me pegó como un campeón de pesos pesados, y respiré profundo para evitar sentirme peor.

Solo entre, evitando el molesto garraspeo de garganta que hacen los cornudos.

Sencillamente, entre, así de fácil sin más complicaciones.

No me sentía insegura, pero no era ciega. Ella estaba disfrutando tocarlo, mirarlo, sentir a un hombre como él cerca. Aaron había permanecido concentrado en las manchas de la resina eposica del piso, pero tan pronto me vio, apartó con demasido respeto a la oncóloga y se puso de pie.

—¿Pasó algo?— preguntó observando mi semblante y solo negué con la cabeza.

—No, Camil está con el niño… aún duerme— expliqué revisando la venda a medio poner— Vine a ayudarte con lo del rasguño— musité en el tomo más servil que logré emitir con aquella “doctora” tras de nosotros evaluando nuestro comportamiento— ¿Te duele? — pregunté evaluándo seriamente la parte de la herida del brazo que aún
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