— ¿Sí?— Dominic no se percató de la llamada hasta que Lara tuvo el celular pegado a la oreja, y como en tantas otras ocasiones sintió una extraña preocupación. La muchacha no solía ser distraída pero de todas formas no le hacía gracia que fuera a descuidar un poco el volante y acabara accidentada, aunque eso le hubiera ahorrado los problemas de conciencia respecto a matarla.
— Dianne a este lado— se escuchó por el auricular la voz cantarina.
— ¡Ah! Dianne, ¿Qué pasa?
— Necesito que me justifiques en el colegio, no voy a poder ir hoy.
— ¿Por qué, estás enferma? — y el tono de Lara fue de completa burla, con unas pocas semanas de conocerla sabía que Dianne no se ausentaba de la escuela precisamente por enfermedad.
— ¡No, claro que no! Es que estoy organizando un campamento&he