Eirik estaba mal herido, debíamos ayudarlo, mi corazón se desangraba de angustia al verlo.
Kael y todos los demás se habían como nubes grises después de una tormenta. De repente mi cachorro hizo un movimiento con su mano y un ser mítico apareció.
Al principio me pareció una figura abstracta en medio de la niebla hasta que tomó forma de un caballo negro, tan negro como la noche.
Bajamos del árbol y con todas mis fuerzas subí a Eirik en el caballo, una vez él estuvo sobre él, su cuerpo débil cayó de frente, abrazándose al cuello del caballo.
— No te preocupes mamá, papá estará bien. – me dijo Aldan y desapareció como la niebla.
Estaba tan cansada, pero no podía rendirme, debía llevar a Eirik a la aldea de Naya, a nuestra cabaña, ese era el único lugar seguro en el que podía pensar en ese instante.
El caballo empezó a caminar como si silueta a donde ir, y yo solo pude