C120-RESPUESTAS.
C120-RESPUESTAS.

El estruendo del disparo llenó el túnel como un rugido final. Pero no fue Eros quien cayó.

Donatello se llevó la mano al pecho. Tambaleándose hacia atrás y cayó al suelo sin emitir un sonido. Y antes de que pudiera reaccionar, se escucharon dos disparos más.

Los dos hombres que lo sujetaban cayeron al instante.

Se giró con agilidad, agarró su arma del suelo y se puso en pie en un solo movimiento. Apuntó, con la mirada fría, el cuerpo tenso y alerta.

Un hombre caminó al frente. La luz de un fluorescente parpadeante iluminó su rostro.

Y Eros sintió cómo el mundo se congelaba por segunda vez.

—No puede ser…

Era Donatello. El mismo rostro. Mismo cabello, mismos gestos. Pero no podía ser. Lo había visto morir. Estaba ahí, tirado en el suelo.

—Yo soy el verdadero —dijo el hombre, con una sonrisa serena, casi divertida.

Eros bajó el arma unos centímetros, desconcertado. Miró el cadáver en el suelo, luego al hombre delante de él. Eran idénticos. Dos gotas de agua.

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