C12 - EL GATO Y EL RATÓN.

El vestido era de un color vino profundo, ajustado al cuerpo, marcando su cintura con precisión y descendiendo hasta los muslos, dejando una abertura a un costado que mostraba la pierna izquierda casi completa. El escote en V era lo suficientemente pronunciado para exhibir su clavícula y parte de sus pechos.

La tela se amoldaba a cada curva de Lucy con descaro, y los tacones altos solo acentuaban la longitud y firmeza de sus piernas, haciéndolas imposibles de ignorar.

Eros no podía apartar la mirada.

Tragó saliva como un hombre sediento, sus ojos recorriendo cada centímetro de Lucy con un hambre apenas contenida. Sentía cómo su cuerpo reaccionaba.

Ella no estaba hermosa… Estaba malditamente perfecta.

Lucy se removió incómoda, sin saber qué hacer con las manos.

—¿No te gusta? —preguntó, sintiendo que el corazón se le salía del pecho.

Eros se levantó sin prisa.

Caminó hacia ella con pasos medidos, como si le sobrara un control que no tenía, porque por dentro ar