– Entre confesiones y certezas
Cristina se sentó junto a sus amigos, el corazón todavía acelerado, intentando recuperar el control de su respiración. Sentía la piel encendida, la mente dispersa, los recuerdos de lo ocurrido hace apenas unos minutos aún vibrando dentro de ella como una melodía prohibida. Tomó aire profundamente y sonrió. Por primera vez en mucho tiempo, se permitió disfrutar del momento sin pensar demasiado.
A su lado, el sol brillaba sobre la piscina, el agua destellaba como cristal y el murmullo de las risas infantiles llenaba el ambiente. La vida, pensó, a veces solo se trata de eso: de dejarse llevar, de atreverse a ser feliz.
Jessica levantó su copa de cóctel y dio un sorbo, mientras observaba a su amiga con una sonrisa que lo decía todo. Cristina, algo nerviosa, hizo lo mismo. Bebió un poco y apoyó el vaso sobre la mesa. Sus ojos, sin poder evitarlo, buscaron a Rubén al otro lado de la piscina. Él conversaba animadamente con el novio de Jessica, gesticulando con