Capítulo 97. Solo estás rota por fuera.
Caminaron hacia la entrada principal. Ares marcaba el paso, siempre manteniéndose a un metro de distancia, cuidando de no caminar demasiado rápido para sus pies descalzos.
Subieron una escalinata ancha de piedra blanca. Las puertas dobles, enormes, de madera tallada y cristal, se abrieron automáticamente ante la presencia de Ares.
El aire acondicionado la golpeó al cruzar el umbral. Era un aire frío, limpio, con olor a lavanda y cera para pisos.
Lyanna se detuvo en el vestíbulo.
Si por fuera la casa era intimidante, por dentro era abrumadora. El techo se alzaba a doble altura, coronado por una lámpara de araña de cristal que debía costar más dinero del que Lyanna podía imaginar.
El suelo era de mármol pulido, tan brillante que reflejaba su propia imagen harapienta como un espejo cruel.
Había cuadros enormes en las paredes. Jarrones con flores frescas. Esculturas.
Era un museo. Frío, perfecto y silencioso.
—¿Yo… vivía aquí? —preguntó, su voz resonando con un eco hueco en el gran salón