CAPITULO 25 PARTE DOS.
Las tres nos quedamos así, en medio de ese apartamento de mierda en Roma, sabiendo que en 24 horas todo podía explotar.
—Si algo sale mal —dijo Emma contra mi hombro—, si ese bastardo te hace daño, Sofía y yo te sacamos de ahí. No me importa si tengo que quemar Roma entera.
—Nada va a salir mal —mentí.
Sofía se apartó, se limpió los ojos rápido como si no quisiera que la viéramos llorar.
—Está bien. Esto es lo que vamos a hacer. Mañana a medianoche vamos a esa iglesia. Las tres. Emma se queda afuera con un rifle de francotirador. Yo entro contigo. Y si Aleksei hace algo que no me guste, le vuelo los sesos.
—No —dije—. Voy sola.
—Ni de coña.
—Sofía, si vengo con un ejército, él huirá. O peor, traerá su propio ejército. Esto tiene que ser entre él y yo.
—¿Y si te mata?
—No lo hará.
—¿Cómo lo sabes?
Porque cuando me secuestró, tuvo mil oportunidades de matarme y no lo hizo. Porque cuando desperté, vi algo en sus ojos que no era solo odio o deseo. Era reconocimiento. Como si me conociera.