El primer movimiento fue casi imperceptible. Kevin estaba de pie junto a la ventana cuando lo sintió, más que verlo. Un cambio en el aire. El sonido del monitor alterándose apenas. Se giró de inmediato, el pulso acelerándose sin permiso. Dulce abrió los ojos lentamente. El parpadeo fue torpe, confuso. Sus pupilas tardaron en adaptarse a la luz tenue de la habitación. Durante un segundo, pareció no entender dónde estaba. Luego… lo vio.
Kevin.
El efecto fue inmediato.
Dulce bajó la cabeza de forma instintiva, como si hubiera sido sorprendida haciendo algo indebido. Sus manos se movieron con nerviosismo sobre las sábanas, aferrándose a ellas. Había miedo en ese gesto. Un temor silencioso, contenido. Aquello sacudió a Kevin más que cualquier palabra.
—No… —dijo de inmediato, acercándose un paso—. No bajes la cabeza. No conmigo. — Su voz salió más firme de lo que se sentía por dentro. Dulce levantó apenas el rostro, dudosa, y sus ojos se encontraron con los de él. Seguían siendo lo