Vladislav
La noche se extendía como un manto de terciopelo negro sobre la mansión. Desde mi ventanal, observaba las estrellas, esos puntos de luz que habían sido testigos de mis siglos de existencia. Tantas noches como esta, contemplando el mismo cielo, pero nunca con este peso en el pecho.
Luna me evitaba. Lo había hecho durante tres días completos. Después de nuestro último enfrentamiento, había levantado un muro entre nosotros que ni siquiera yo, con toda mi fuerza sobrenatural, podía derribar. La veía moverse por la mansión como un fantasma, siempre desapareciendo cuando yo entraba en una habitación, siempre encontrando una excusa para no estar a solas conmigo.
Apoyé la frente contra el cristal frío. ¿Cuánto tiempo más podría mantener la verdad oculta? ¿Cuánto tiempo más debía protegerla de lo que realmente soy?
—Señor —la voz de Dimitri interrumpió mis pensamientos—. El Consejo solicita su presencia para mañana.
—No iré —respondí sin volverme—. Tengo asuntos más importantes que a