— Guarda… digo … Fabio…
¿En qué momento se había acercado tanto?
— Feliz cumpleaños Duquesita hermosa – le dijo – este es uno de mis regalos.
Extendió también una cajita, pero en terciopelo negro.
Carlotta extendió la mano medio temblorosa, a la vez que sentía el aliento caliente de Stefano en su nuca y la frialdad de los diamantes, acariciando su cuello y pecho.
Abrió la cajita de Fabio y sacó una corbata de seda en negro.
Carlotta entendió muy bien su significado, al igual que estar ahora mismo casi en penumbras, entre estos dos enormes y sexys hombres.
Todas sus suposiciones eran correctas.
— ¿Me dejas ponértela?
Fabio le preguntó, mirándola abrazador, queriéndole transmitir todos sus sentimientos sin palabras.
«Di que sí, Carlotta, atrévete a nosotros»
Stefano le dio un beso en el cuello y aspiró el delicioso aroma del perfume que tanto le gustaba e insistió en que usara.
Era ahora o nunca, la decisión estaba en sus manos y ambos esperaban por ella.
Solo dependían de una palabra