Carlotta estaba queriéndose enterrar en el suelo, en un puro temblor de la vergüenza.
— Oiga…
Llamó a la espalda de la mujer que la había empujado con grosería.
Por alguna razón le resultaba conocida.
Cuando se giró, Carlotta lo entendió todo.
— Disculpa, ¿me llamaba para algo?
Se giró una pelicastaña de ojos azules astutos y de aspecto refinado, una niña rica en toda regla.
Solo que la Duquesa sabía muy bien, que todo eso era fachada.
Posiblemente, todo llevara la etiqueta por dentro, a su familia no le quedaba para esos gastos.
— Giorgia, no te hagas la lista conmigo, lo hiciste a propósito, ¿cierto?
Carlotta le habló entre dientes y bajo, con muchas miradas ya sobre ellas.
— Disculpe, pero ¿cómo que se piensa ir sin pagar este perfume que rompió?, ¿de verdad me está acusando por su torpeza? Creo que eso es ilegal…
Observó a todos lados, escandalizada, hablando alto y atrayendo la atención de la seguridad en la puerta y el personal de la tienda.
— Dis… disculpe Srta. pero acaba de t