— Y también envía a dos hombres que vigilen discretamente el Porche negro que está estacionado en la esquina con una mujer adentro.
Agregó metiéndose en el elegante elevador dorado y las paredes de espejos
— Si le pasa algo a ella, lo pagarán con su vida.
— Sí, sí, jefe enseguida – el hombre ya agarraba el móvil.
— Discreto ¿escuchaste? Que ella no se vaya a asustar - y con la misma, sacó una llavecita y activó el seguro de su oficina privada.
El elevador comenzó a cerrar sus puertas.
Su aura mortal presagiaba cosas siniestras y el hombre de seguridad, sabía que hoy alguna cabeza rodaría.
Para mantener la suya, él personalmente cuidaría de esa misteriosa mujer.
Cuando la puerta del elevador se abrió, Fabio entró a su despacho personal en la última planta, de uno de los casinos más famosos de la ciudad, por supuesto, otra tapadera para sus negocios turbios.
Caminó a su escritorio y agarró una máscara en negro y dorado que se puso sobre el rostro.
Salió, quitando el seguro desde adentr