Estaba reacia a darle participación de sus problemas a otra persona y menos a ese hombre, pero algo era indiscutible, necesitaba ayuda.
— Duquesa, ¿Dónde está? – la voz seria de Fabio se escuchó.
— Guardaespaldas, yo… yo, necesito tu ayuda – le dijo con voz entrecortada y sorbiendo los mocos.
— ¡Carlotta dime inmediatamente dónde estás! ¡Voy enseguida!
Fabio le dijo desesperado y ella le dio la dirección.
*****
El Duque Oscuro manejaba el porche negro a máxima velocidad, su ceño fruncido en todo momento.
El guardaespaldas que le asignó lo llamó pidiendo perdón porque la Duquesa había salido de la mansión y no le avisó.
Él no creía necesario el estarla vigilando en la casa también.
Fabio insultó al hombre y lo despidió en el acto, pero el hecho era que ella estaba sola por ahí y con peligros acechándola.
¿A dónde había ido en su estado?
Estaba llorando por teléfono y Fabio salió como un loco a buscarla.
Cuando llegó al sitio de la dirección, dejó el auto en un estacionam