-Señor Fabri, que gusto verlo por acá nuevamente.
-Vamos al grano, ¿Esa chica, Zaira creo que me dijo tu compañera que se llama, trabaja en lo mismo que tú, cuanto por ella?
-Señor Fabbri, usted no es de los que pagan por compañía, ¿para quien la quiere?
Y no señor Fabri, ella es una chica de apenas dieciocho años, era una niña de padres millonarios, pero pasaron cosas en su vida, así que tuvo que trabajar, es una niña valiente, no se queja por el trabajo y no, no trabaja en lo mismo que yo.
-Quiero que salga conmigo, esa mujer es verdaderamente hermosa e inocente, no como las otras.
-Pero señor, ella tiene un problema bastante serio ahora, no creo que pueda salir con usted.
Dile que le pagaré bien por salir conmigo, todas las personas tienen un precio y esta niña no es la excepción, todos hemos tenido que decidir entre una cosa y otra, vamos a ver qué pasa.
Dante había conocido a Stella en una despedida de soltero de uno de sus mejores amigos, él no era de pagarle a damas de compañía, ya que podía tener a la mujer que deseara, ser un hombre tan apuesto y con tanto dinero, le hacía más fácil todo, Fabbri recordaba el nombre de Stella porque era el nombre de su abuela materna, de otra manera, sería una mujer más en el mundo y pasaría desapercibida, recordaba su rostro perfectamente, porque sus amigos le habían hecho creer a Stella que Dante estaba interesado en ella, cosa que no era verdad, Stella se acercó al hombre y este la rechazó fríamente, antes de ese acontecimiento, Stella trabajaba en el café donde acostumbraba ir a relajarse y él ni la había notado.
A Dante aparte de la belleza de Zaira, le llamaba la atención y el hecho de que no se le había acercado con el afán de conocerlo, sino todo lo contrario que en ningún momento había volteado a mirarlo como todas las chicas del lugar, en cuenta las mujeres que habían llegado a hacerle la vida imposible a la nueva mesera en su primer día de trabajo.
-Stella, no quiero que le digas a la chica quien es el hombre, solo dile que estoy dispuesto a pagar mucho dinero por ella.
-Señor, ella no es igual que yo, ella es una niña buena.
-Solo dile lo que quiero; ella decidirá, dijo Dante bebiendo su café.
Al llegar al hospital, las noticias no eran para nada alentadoras, su madre le había ocultado como estaba la situación realmente, la vida de ella dependía solamente de una cirugía, lo malo es que era muy costosa.
-Señorita Smith, estamos hablando de dos millones de dólares para poder darle a su madre vida, quisiéramos hacer algo más, pero si no hay dinero, no hay cirugía, dijo el médico a Zaira.
-Doctor, le juro que yo conseguiré el dinero, pero por favor salve a mi mamá, es lo único que tengo en la vida.
-Sin dinero, no hay cirugía, dijo el médico levantándose y saliendo del consultorio.
-¿Zaira, como está tu mamá?
-Ay Stella, mi mamá está muriendo, necesito dos millones de dólares, imagínate, ¿Dónde los voy a conseguir?
-Hay un hombre que te los pagará Zaira, vente ahora mismo, en una hora te recogerá en mi casa, amiga, yo sé que no es fácil, pero es la vida de tu madre.
-Ahí estaré Stella, dile que por dos millones de dólares haré lo que quiera dijo la chica llorando desconsolada.
-Dame tu número de cuenta, yo se lo daré a este hombre, tendrás tu dinero.
-Doctor, traeré el dinero hoy mismo, usted haga lo que sea, a mi madre le hará la cirugía, se lo prometo.
Zaira salió del hospital en un taxi directo a la cafetería en donde recogería a Stella para ir a su casa.
-Mira, el cliente que te recogerá es multimillonario, él pagará lo que pidas por estar contigo, dijo Stella a Zaira, ella se había contactado con Malcon, el chofer y mano derecha de Dante.
-¿Tengo que tener sexo con ese tipo Stella?
-No lo sé, no sé qué va a pedir, mira, ponte esto, no puedes salir con él vistiendo un uniforme de cafetería, debes maquillarte, como si fueras para una fiesta de sociedad, nada vulgar, nada llamativo, elegancia total, tu sabes mas de eso que yo.
Entregándole un vestido negro con delgados tirantes y unos zapatos todo de la marca channel.
Zaira entró a la ducha, estuvo bajo el agua fría mucho tiempo, intentando que en sus ojos no se viera que había llorado.
Salió vestida, la chica tenía un cuerpo realmente hermoso.
-¿Me prestas algo de maquillaje Stella?
Stella le entregó una bolsa con maquillaje, a las siete de la noche la mujer estaba lista y esperando a quien iría a recogerla, con un maquillaje muy sutil y su cabello recogido en una coleta.
-Vaya, te ves realmente hermosa amiga, Zaira, no sé qué va a pedir este hombre, tienes que saber que, si te dio todo ese dinero, es posible que quiera pasar la noche contigo.
La chica no dijo nada, solo miró a Stella un poco decepcionada por lo que iba a hacer, su padre la había tenido como una princesa y ahora era una dama de compañía.
A las siete y treinta de la noche un auto de lujo estaba dentro de la cochera de la casa de Stella, era una casa bastante grande, uno de sus clientes le pagaba el lugar.
-Zaira, ya llegaron por ti.
La chica salió, no dijo nada, el chofer bajó y abrió la puerta trasera del auto, para su sorpresa ahí no había nadie.
Ella se sentó y no dijo nada.
-Señorita Smith, iremos a un lugar tranquilo, no se preocupe, mi jefe la espera allá.
Zaira no respondió, solamente respiró profundo mientras le enviaba un mensaje al médico que atendía a su madre; “hoy tendrás el dinero de la cirugía”.
Al llegar al lugar, un hermoso toldo color blanco con tergales y una mesa servida decorada con dos velas estaba lista en medio de un pequeño sembradío de pinos, cuando Zaira vio aquello se impresionó realmente, al bajarse del auto, se dio cuenta que caminaba por una alfombra hecha de pétalos de rosa; la luz tenue hacía ver el lugar bastante agradable, sin embargo, no había nadie más en el lugar, ella miraba para todos lados, pero no había nadie.
-Señorita Smith, venga, tome asiento, mi jefe vendrá pronto, no se preocupe, es un buen hombre.
-Gracias, aquí esperaré, dijo ella quedándose de pie mirando hacia un lago.