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¿ACASO ESPERABAS A ALGUIEN DIFERENTE?

Pasados quince minutos Dante no había llegado, él desde dentro de los pinos, observaba a la mujer en aquel vestido que la hacía verse hermosa.

El hombre caminó silenciosamente hasta quedar justamente detrás de ella, quien tenía su mente en el hospital.

-“Buenas noches”, dijo Dante haciendo que la chica se sobresaltara.

-¿Usted?

-Sí, ¿acaso esperabas a alguien diferente?

-No, no tenía el rostro del hombre que acompañaría esta noche, dijo Zaira intentando demostrar que no era su primera vez.

-Pues bien, ya los dos millones de dólares han sido depositados en tu cuenta, puedes revisarlo si deseas, dijo Dante con una mirada inquisidora. Recordando que la chica en el café horas antes le había dicho que ella no entretenía hombres.

-¿Qué, de que está hablando?

-Toma, dijo el hombre entregándole el teléfono a Zaira con la transferencia de lo que le había depositado.

- ¿Por qué hizo el depósito sin saber si vendría o no?

-Por qué, porque si la hija de Aarón Smith trabaja en una cafetería ganando un salario insignificante y tiene las manos así hechas trizas por lavar platos, lo observé cuando tomaba mi orden, dijo él tomando las manos de Zaira, si no le importa que los compañeros de su universidad se burlen abiertamente de ella, aunque tenga que limpiar porque tiran el café en el piso, estaba seguro que aceptaría salir con un hombre por los dos millones de dólares que su amiga puso como cifra, solo por eso Zaira Smith.

-Vaya, gracias señor por hacer el depósito.

-No hay ningún problema, aquí estás, respondió Dante seriamente.

El hombre invitó a Zaira a tomar asiento, después de esto movió una mano y una mujer que salió no se sabe de dónde, llegó con algunos platillos de entrada, Dante solamente miraba a la chica, ella en completo silencio y pendiente de su teléfono móvil.

La conversación entre ellos era mínima, a Zaira aquel hombre la ponía bastante nerviosa y él estaba perdido en aquellos ojos café que le habían llamado la atención.

- ¿Señor, usted conoció a mi padre?

-Sí, tuve el placer de coincidir con él en algunos negocios, un buen hombre, bastante correcto, cuando supe que había perdido la empresa, sinceramente me tomó por sorpresa.

La chica guardó silencio y sus ojos se llenaron de lágrimas.

- ¿Qué pasa Zaira?

-Mi padre no perdió la empresa, Max Seth, el otro socio de la empresa, por la confianza, le entregó a mis padres unos documentos y estos los firmaron, sin saber que firmaban el traspaso de todo a él, autos, cuentas, propiedades, todo, hasta las joyas de mi madre y las mías se las ha dejado este tipo, solamente conservo este par de pendientes que mi padre me obsequió junto con una cadena y un diamante como colgante, pero bueno, solamente los pendientes me quedaron, ya que los llevaba el día que Max entró y sacó todo lo de valor de la que fue mi casa, cuando cumplí quince años, ese fue parte del obsequio, todo lo demás, lo tiene Max.

No tengo pruebas, porque él en el funeral de mi padre se lo contó a mamá, pero él le dijo que mi padre no se había disparado, sino que él había hecho todo para que pareciera suicidio, pero que en realidad él había hecho todo para que pareciera eso.

En otras palabras señor, a mi padre lo asesinaron por dinero y aquí estoy yo, sin mi papá, saliendo con usted para que pague dos millones de dólares, no tengo idea como tendré que pagarle eso, sabe, nunca había tenido que preocuparme por dinero, siempre tuve de más y ahora véame, dijo la chica con lagrimas recorriendo sus mejillas.

-Pero estás aquí Zaira, saliendo con un tipo por dinero, tú no sabes si yo voy a pedirte sexo, o te voy a matar en este bosque de pinos; dijo Dante con algo de decepción, cuando me dejaste claro esta mañana que no trabajabas divirtiendo hombres.

Según él la chica era una descarada, le había contado que nunca había tenido necesidad de dinero y ahora salía con hombres por dinero, era una interesada.

Zaira no pensó que el omitir para que quería el dinero la dejaría tan mal ante los ojos de Dante.

-Toma, dijo él entregándole una caja con el logotipo “Polvo de estrellas” que era una de las joyerías más exclusivas y costosas de la cuidad.

-¿Y esto, por qué?

-Dijiste que te dejaron sin joyas, así que casualmente, esto hará juego con tus pendientes.

La chica abrió la caja y había una cadena en oro de veinticuatro quilates, con un diamante bastante grande en un extremo de la cadena.

-¿Te gusta?

-Está hermoso, pero no lo voy a aceptar, dijo ella mirándolo a los ojos.

-¿Quieres uno más costoso, si es así no hay problema, cual quieres?

-No, usted se equivoca, señor, no quiero uno más grande o costoso, ni mucho menos, solo no lo voy a aceptar.

Terminaron de cenar y Fabbri tomó a la chica de la mano, ella en ese moemtno sintió una electricidad que le recorría el cuerpo, caminaron hacia una cabaña cerca de donde estaban, por los arbustos no podía verse desde el lugar en donde estaban.

-¡Vaya, que lugar tan espectacular! Dijo ella siendo sincera. Un salón gigante, una chimenea en ladrillo al fondo en el salón, una mesa de comedor una sala hermosa, lo que se podía ver desde la entrada, los ventanales de aquel lugar eran increíbles, la luz de la luna dejaba ver los hermosos jardines del lado de la cabaña.

Dante estaba encantado con la chica, pero el hecho de que se prostituyera por dinero, era algo que le molestaba y que iba a estar dispuesto a pasar por alto.

Él nunca había pagado por estar con una mujer y mucho menos pensó hacer un depósito de dos millones de dólares por una noche, le iba a sacar provecho, eso era algo que tenía bastante claro y solamente porque la chica quiso verle la cara de idiota al decirle que ella no trabajaba como dama de compañía.

Como la chica no había aceptado el regalo que le había hecho, puso la caja sobre la pequeña mesa que había en el centro de la sala, la que estaba rodeada por tres gigantescos sofás y sobre una acogedora alfombra blanca

La chica miraba hacia todas partes, pero no miraba a Dante, él se estaba sintiendo un poco ansioso, era la primera mujer a la que no le llamaba la atención, él odiaba eso, el tener que apartar literalmente a cientos de mujeres de su lado, pero paradójicamente esta mujer que le gustaba a él, a ella parecía no importarle.

Él imaginaba que no le gustaba a la chica, y eso estaba bien, no tenía porqué gustarle a todas, pero si ella era una prostitu@ que se vendía por dinero, al menos debía prestarle algo de atención.

-Señor, necesito un tocador, me indica donde está, por favor, dijo la chica tomando su teléfono celular y caminando hasta la puerta que Dante señaló.

Zaira cerró la puerta y de inmediato hizo la transferencia al hospital, llamó al médico para que iniciara con la cirugía que le salvaría la vida a su madre.

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