EN EL CAFÉ.

Ese día Zaira volvió a casa, ya su madre tenía prácticamente todo empacado y había buscado un apartamento para mudarse, algo cercano al centro de la ciudad, para que no tuviese problemas cuando debía ir al hospital.

Lo que ella nunca se dio cuenta, es que en el café, había un hombre que la observaba, en todo momento, solo que a ella no le correspondía atender ese lado de las mesas, así que pasó por alto el hombre, ella solamente necesitaba dinero para que su madre no tuviese que trabajar, pronto se graduaría y quizá encontrara trabajo en alguna empresa.

El hombre la miraba de pies a cabeza, un hombre que llamaba la atención a todas las chicas que entraban al café, el hombre con traje entero, se podía ver bajo aquel traje el cuerpo tonificado hecho a base de ejercicio, ojos negros, labios que invitaban a besarlos, no se dignaba a mirar a ninguna mujer más que a Zaira que atendía las mesas.

-¿Mi amor, como te fue en la universidad hoy?

-Bien mamá, solo vengo un poco cansada, ¿tu como te sientes?

-Bien mi vida, ya todo está empacado, el lugar que conseguí es bastante diferente a esta casa, es pequeño, solo tiene dos habitaciones, una para ti y otra para mí.

-Mami, si estamos juntas tú y yo, el lugar no importa, decoraremos el lugar y será nuestro hogar, dijo ella riendo, sin mostrarle a su madre las manos llenas de pequeños cortes por lavar platos en el café, ella se hizo cargo de dos puestos, con tal de conseguir más dinero.

Pasaron los meses, Danna había conseguido un empleo dando clases de arte, ella era pintora de profesión, la mujer cuando joven había hecho una carrera en esa área, no ganaba mucho pero al menos para pagar el alquiler les alcanzaba.

Zaira ya era toda una experta en el área de cafetería, no le hacía caso a las bromas y burlas de sus compañeros, en la universidad, todo estaba bien, ella era una excelente alumna y los profesores le daban las clases virtual en hora de almuerzo, o Stella y Rina la cubrían cuando no había mucha gente en la cafetería.

Un día mientras le contaba a Stella el problema de salud que tenía su madre y que ella tenía que buscar dinero donde fuera y como fuera, Stella le contó el otro trabajo que tenía.

-¿Zaira, de verdad necesitas el dinero con tanta urgencia?

Te puedo proponer algo, pero debes jurarme que no dirás nada, es mi secreto y si te lo cuento es por tu desesperación.

¿Puedo confiar en ti?

-Stella, soy tu amiga, claro que puedes confiar siempre, estoy desesperada, mi madre cada día está más mal, sale y entra del hospital, las facturas son muy altas, ella no sabe que trabajo en una cafetería, cree que tengo un ahorro de lo que mi padre me daba y que con eso vamos cubriendo gastos hospitalarios.

-Mira, tú crees que con el sueldo de esta cafetería podría vestir y arreglarme de esta manera, yo me dedico a acompañar hombres, por las noches soy dama de compañía, no tengo sexo con ellos solo si yo lo decido, te he visto desde el primer día, tienes educación y sabes cómo desenvolverte, si necesitas dinero fácil y rápido, esta es la única manera que conozco Zaira, hoy mismo podría contactarte, son algunos miles de dólares que podrías obtener, yo soy prostitu@, pero tú no tienes que serlo.

-¿Pero Stella, tú crees que yo pueda hacerlo?

Sinceramente nunca he tenido ni siquiera un novio, nunca he dado mi primer beso, imagínate nada más salir con un tipo que ni conozco y si pide algo mas, ¿Qué haré?, pensaba la chica, pero no se lo dijo a su amiga.

-Te lo decía solo porque te veo desesperada por tu madre, si no quieres, no hay problema, solo te daba la única opción que conozco para hacer dinero, eres una chica hermosa y de seguro te iría bastante bien en esto.

Zaira cerró los ojos y respiró profundo.

-No Stella, creo que no podré, necesito el dinero por supuesto, no seré una dama de compañía, no podría acostarme con un hombre que no ame, no te juzgo Stella, pero creo que sería algo que no puedo hacer, tendría mi madre que estar al borde de la muerte para poder hacerlo sin remordimiento.

-No pasa nada, después de que terminemos acá, vamos a mi casa Zaira, nos vestiremos y pasarán por ti si te decides, es tu decisión, me conoces, jamás te insistiría para que lo hagas.

Las chicas continuaron trabajando, el hombre volvió a la cafetería, Dante Fabbri, el magnate de los pozos petroleros, y de toda empresa que hacía dinero en Italia, el hombre de veinticinco años quien había heredado cuantiosas empresas de su abuelo, él cada mes volvía a la cafetería a donde su abuelo lo llevaba de pequeño.

-Quiero que esa mujer de allá atienda mi mesa, dijo Dante a Rina.

-Pero señor, debo atenderlo yo.

-Toma, dijo el hombre poniendo quinientos dólares en la mano de la chica.

-Zaira, el hombre de la mesa dos quiere que seas tú quien lleve su café.

-Pero no son mis mesas Rina, ese es tu cliente.

-Me ha dado quinientos dólares con el fin de que tú vayas a su mesa.

Zaira no tuvo otra opción que ir a la mesa, eso por el pedido de su amiga, ella sabía que Rina necesitaba el dinero.

En el momento en que Zaira se acercaba a Dante para tomar su orden, una llamada desde el hospital entró a la cafetería.

-¿Disculpe, la señorita Zaira Smith se encuentra?

-Sí, ella está pero en este momento está muy ocupada, si gusta dejarle algún mensaje.

-Por favor dígale que venga al hospital del centro de inmediato, que su madre en este momento está en cuidados intensivos, tuvo una crisis y que si ella no viene a cancelar la cirugía, no podremos salvarle la vida, de eso depende su vida.

Stella decidió no decirle nada de momento, no tenia corazón para decirle a su amiga que su madre estaba muriendo y no había nada que hacer, ella sabía que Zaira no conseguiría el dinero para una cirugía tan costosa.

-Buenas tardes señor, ¿me han dicho que desea que lo atienda?

-¿Quién eres?

-Soy Zaira Smith, una trabajadora de Café Noir, ¿Cuál es su orden?

-¿Solo eso señorita, o trabaja en lo mismo que Stella, usted también divierte hombres? Preguntó él con una vos bastante seria.

-No sé en qué trabaja Stella y sinceramente no me interesa, solo estoy aquí porque necesito el dinero, estoy presentando mi tesis en la universidad, yo no divierto hombres, dijo Zaira molesta.

-Bien, entonces quiero un café de la casa, respondió Dante sin apartar sus ojos de su teléfono móvil.

-Zaira, llamaron del hospital, tu madre tuvo una crisis, tienes que irte de inmediato, dijo Stella sin más.

La chica salió corriendo, tomó un taxi y no se cambió el uniforme, todo esto lo observaba Dante con algo de curiosidad.

Cuando Rina volvió con el café que Dante pidió, ella le explicó lo sucedido.

-Qué pena señor, pero Zaira mi compañera tuvo que salir de emergencia, algo personal, dijo ella sin decir mas.

-Dile a Stella que venga por favor.                                      

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP