Início / Romance / LA DAMA DE COMPAÑIA DEL CEO / DEBERÍAS COMENZAR CON TU TRABAJO.
DEBERÍAS COMENZAR CON TU TRABAJO.

Cuando la chica salió, Dante había puesto dos copas con vino tinto sobre la mesa, cerca de donde estaba la caja con el nombre “polvo de estrellas”, mismo que la chica había rechazado momentos antes.

-Ven, siéntate a mi lado Zaira. Dijo Dante en un tono bastante serio, ya que mientras la chica estaba en el tocador, él había llamado a Roberth Boena, el padre de Austin, el compañero de universidad de Zaira.

Roberth era amigo de Dante, o al menos hacían negocios juntos, le había preguntado si conocía a Zaira Smith y este le dijo que había estado en su casa un par de veces, que su hijo le había comentado que ella era una mujer bastante fácil, que se metía con algunos compañeros para que le dieran dinero por favores sexuales, esto después de la muerte de Aarón; esta historia era algo que Austin le había comentado a su padre por el hecho de que la chica nunca hizo caso a su intento de conquista, Austin ardido había hecho muchos comentarios de este tipo en su círculo social, para no darse por menos de que una chica lo había rechazado, entonces el padre había dicho lo que su hijo le había comentado, Dante no tenía porqué dudar de lo que le dijeron, si bien era cierto, Zaira estaba dispuesta a pasar la noche con él por dos millones de dólares que ya había depositado.

La chica lo miró con algo de prepotencia y enojo, ella no estaba acostumbrada a que un hombre le diera ordenes y sintió que la manera en que le había hablado Dante parecía más una orden que una petición, sin embargo, se sentó a su lado sin decir ni una palabra.

-Bueno, creo que deberías comenzar con tu trabajo, dijo él bastante decepcionado por lo que Roberth le había dicho. A él le había gustado la chica y mucho, esa imagen de inocente lo había engañado, así que al menos iba a descontar los dos millones de dólares que ya había pagado, él no pensaba tener sexo con la chica porque realmente le interesaba y se daría la oportunidad de algo más, pero al darse cuenta de que era lo que hacía como trabajo, no le importaba tomarla, total, para ella sería un cliente más y para él una nueva y hermosa chica que se llevaría a la cama.

La chica que estaba en el mismo sofá que Dante, se sentía bastante nerviosa, si bien el hombre era bastante atractivo, ella nunca ni un beso había dado en su corta vida, ahora estaba a punto de tener su primera experiencia sexual con un hombre del que no sabía ni el nombre, ella no se lo había preguntado y él por supuesto que no se lo había dicho.

Le había hablado de su padre, él le había dado un presente, la llevó a cenar y después a una cabaña que parecía ser de su propiedad, el hombre tenía dinero eso era claro, su ropa, el auto y el chofer lo decían, aparte la manera en la que se expresaba era seguro, era mayor que ella por pocos años, eso también era bastante evidente.

Al ver que la chica no se le acercó y solamente lo miraba, Dante sonrió, con una sonrisa de medio lado que derritió a la chica haciéndola morder su labio, causando que el hombre la mirara con más interés que antes.

-¿Acaso me estas provocando?, pensó Dante al sentirse atraído por la chica que mordía su labio.

Para lo que a él le parecía una provocación, para la chica no era otra cosa que nerviosismo.

-Bueno, al menos mi primera vez será con un hombre atractivo que de seguro tiene experiencia en esto del sexo, pensó la chica mientras que intentaba parecer lo más profesional posible, ya que Stella la había recomendado y le había dicho que no podía dejarla en mal; lo que Stella no sabía es que ella ni siquiera había dado un beso, ella imaginó que Zaira había aceptado, porque no le importaba agregar a uno más a la lista.

Dante se puso de pie, fue por más vino, Zaira lo había bebido todo, aunque no estaba acostumbrada a consumir ninguna bebida alcohólica, ese momento lo ameritaba, necesitaba tener valor y había escuchado a sus compañeras decir que a veces tomaban algo para relajarse.

Dante volvió, puso más vino en la copa de Zaira, se sentó muy cerca de ella, él se acercó lo suficiente como para tomar su barbilla con una de sus manos.

-¿Qué pasa, estas nerviosa?

-No, estoy bien, dijo ella con el temor de que el hombre le pidiera el dinero de vuelta al ver su falta de experiencia, ella no sabía cómo comportarse ante esta situación.

-Mira, voy a ser sincero contigo, es la primera vez que hago algo así, nunca había pagado por compañía, solamente que te vi en la cafetería hace tiempo y me llamaste la atención, investigué un poco y supe algunas cosas de tu vida.

Lo que Dante no sabía es que la persona encargada de la investigación, no había hecho bien su trabajo y sobre la madre de Zaira, solamente había anotado que era profesora de arte privada, no que estaba muriendo por falta de una cirugía que tenía un valor de dos millones de dólares.

Al decir esto de “supe algunas cosas de tu vida,” Zaira imaginó que se refería a su madre y el estado de salud en el que encontraba.

Ella sintió un dolor en su pecho, el hombre se había comportado como todo un caballero, no la había tratado mal, pero era un insensible, no le importaba que su madre estuviera muriendo.

Dante se acercó a la chica y el aroma de su perfume le gustó y mucho, él inhaló fuertemente en el cuello de ella haciéndola estremecerse.

Él besó su cuello, la chica no había experimentado algo así en su vida, ella cerró los ojos y se dejó llevar, no había nada más que hacer, era la vida de su madre.

Al sentir todas aquellas experiencias, ella buscó los labios del hombre, quien la besó apasionadamente, ella sentía el aroma de su perfume, sabía que, Imperial Majesty, de Clive Christian, no era un perfume que cualquiera usaría, era bastante costoso y alguna vez le comentó a una compañera de universidad que el hombre perfecto de su vida debería usar ese perfume, esa misma compañera que decía ser su amiga, pero que cuando la vio en el café, se burlo y tiró el café al piso para que Zaira limpiara.

- ¿Estás bien Zaira?

-Sí, por qué no debería estarlo, dijo ella con algo de temor, mientras se apartaba un poco de Dante que la miraba con deseo, el beso los había dejado respirando con un poco de agitación.

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