Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl Hospital General de México olía a desinfectante barato, desesperanza y muerte inminente.
Diego frenó el Porsche frente a urgencias con un chirrido de llantas que hizo voltear a dos paramédicos.
Valentina salió antes de que el auto se detuviera por completo, corriendo hacia las puertas automáticas que se abrían con lentitud insultante.
Diego la siguió, y el contraste lo golpeó como una bofetada.
No había mármol italiano.
No había arte moderno en las paredes.
Solo linóleo agrietado, muros verde hospital que alguna vez fueron blancos y sillas de plástico naranja donde familias enteras acampaban con bols







