Mundo ficciónIniciar sesiónLa celda de mujeres olía a una mezcla nauseabunda de sudor viejo, perfume barato y desesperación humana condensada. Valentina estaba acurrucada en el rincón más alejado de la entrada, con las rodillas apretadas contra su pecho y la mirada fija en una mancha oscura en la pared de concreto agrietado que probablemente llevaba décadas ahí.
Ocho mujeres más compartían el espacio claustrofóbico con ella: prostitutas reales con marcas de agujas en los brazos, drogadictas en diversos estados de abstinencia violenta, y una mujer mayor que murmuraba incoherencias en un rincón opuesto sin que nadie le prestara atención.
Una de ellas, una mujer corpulenta con tatuajes mal hechos cubriendo sus brazos muscul







