CAPÍTULO 83

—¿La han revisado?

Asad asintió y encontró un rastreador.

—Lo desactivé a medio camino, pero lo pensé mejor, señor, así que lo desvié con un grupo de hombres para que parezca que estamos en el búnker.

—¿Qué? —Kereem se agitó—. ¡En el búnker está toda mi familia, Asad! ¡O al menos la que queda, maldit@ sea!

Asad miró las manos de Kereem en su cuello y pasó un trago.

—Lo sé, señor. Pero el Búnker es impenetrable. Además, son cobardes, ellos esperan que usted salga con la señorita Zahar. Recuerde que es un plan. Hay que dejarles pensar que tienen el control.

Kereem soltó su cuello y soltó el aire.

—¿Qué hay de ella? ¿Por qué no despierta?

—Le pusieron un calmante… la han inyectado. Pero despertará muy rápido. El médico que… usted encargó, también está en camino. Él le comprobará lo que quiera.

Kereem pasó las manos por su pelo y asintió para volver a caminar a la habitación. Ella estaba completamente dormida y aunque prefería no volver a escuchar lo de su bebé, era necesario confirmarlo.
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