CAPÍTULO 60 AMOR Y REDENCIÓN
Zahar…
Los días que siguieron fueron una mezcla extraña entre vértigo y calma aparente. Todo estaba perfectamente organizado: los ensayos, las confirmaciones de asistencia, la seguridad reforzada en cada rincón del palacio y yo sabía que detrás de cada detalle había manos invisibles trabajando sin descanso, pero, sobre todo, estaba él.
—Solo falta una semana… —me giré hacia Janna mientras me dolió el estómago y asentí forzando una sonrisa.
—Lo sé… llevo los días en mi cabeza.
Ella sonrió negando.
—Relájate, sé que mi hermano está enloquecido con todo lo que está haciendo, pero valdrá la pena, y con respecto a la gente… van a aceptarte después de todo cuando te conozcan un poco. Tu eres maravillosa.
Asentí de forma natural, y luego la miré fijamente.
—Gracias… aunque, nunca me preocupó eso. Kereem sabe que no deseo la aprobación de nadie. Quizás esté en mi genética, y aunque suene egoísta, solo quiero ver la aceptación en sus ojos.
—Esa ya la tienes ganada