Kereem…
Las paredes del palacio no hablan, pero yo he aprendido a leerlas. Cada piedra ha visto más de lo que el tiempo permite recordar, y esta mañana me levanté con la misma carga invisible que me acompaña desde que había visto esos ojos azueles por última vez.
Según lo planeado, hoy había una reunión extraordinaria diplomática en la sede principal de los consulados.
Yo no soy de los que dan explicaciones, nunca lo he sido. Siempre he tenido un conflicto con mi padre acerca de ellos, porque a veces creo que la burocracia es una plaga tan corrosiva como la guerra, sin embargo, debo estar presente. Los embajadores quieren ver mi rostro. Asegurarse de que sigo con el control y lo cierto es que… sí, aún lo tengo. Aunque algunas noches me cueste creerlo.
Y aunque demuestre que todo está perfectamente calculado, respiro por una herida que no sé si vaya a sanar en algún punto.
Me dirijo al comedor principal. A pesar de su condición, Janna quería una comida, y además del ministro de Relacio