CAPÍTULO 47 AMOR Y REDENCIÓN
Zahar…
Desperté con una punzada aguda en el costado, como si el fuego me atravesara por dentro.
El lugar era oscuro, gélido, sin ventanas, con paredes de cemento agrietado y una única luz fluorescente que parpadeaba sobre mi cabeza. El olor era una mezcla entre, óxido y carne congelada que me desagradó al segundo.
No sabía cuánto tiempo había pasado.
Lo último que recordaba era la sangre caliente en mi vientre, las balas silbando a mi alrededor, y la voz de Kereem gritando mi nombre.
Lo sentí todo, el caos, el dolor y su desesperación y aun ahora… podía sentirlo. Como si su alma todavía intentara alcanzarme desde donde estuviera.
Abrí los ojos con dificultad, el mundo era borroso, pero el frío… ese maldit* frío, lo sentía con una claridad despiadada.
El costado me ardía como si me estuvieran quemando con hierro al rojo vivo. Mi camisa había sido arrancada, y un vendaje improvisado cubría la herida de bala.
No era un hospital, ni siquiera una clínica clandes