Zahar…
Habían pasado cuatros días desde que llegué. Días de mucho trabajo, de leer informes, de estudiar todo el plano de la ONU, y de escuchar a Víctor y a todo su equipo terminar de estructurar el plan que se llevaría a cabo en las reuniones venideras.
Tenía tanta información en la cabeza que por las noches me daba vueltas, aunque Víctor no me había dado la precisa del monarca, pero el tiempo corría con rapidez, y esta noche, en este edificio al que me había invitado Víctor, sería la reunión mas importante con Eduardo II.
Nunca me gustaron las recepciones privadas, pero aprendí a dominarlas.
Y cuando llegó la hora, entré con Víctor.
El salón era amplio, cubierto de madera clara y lámparas de diseño minimalista que colgaban sobre una mesa de cristal donde se reunían habitualmente los diplomáticos del monarca. El aire olía a cuero, a historia reciente y poder contenido.
Víctor estaba a mi lado, con su habitual postura de jefe con corbata mal ajustada. Yo llevaba un traje de dos piezas