5° Otra carrera más

Lianys

— Una aventura es más divertida si huele a peligro. — canta y yo me rio — ¿Dejaste el anillo? — asentí — Esa es mi chica.

Sin más arrancó y la verja ya estaba abierta. Las dos cantamos y bailamos en nuestros asientos feliz de la vida, el merengue es como si estuviera permanentemente en la sangre y es algo claro, ella y yo llevamos lo latino por nuestras venas.

Llegamos a la discoteca Seducción Latina, la cual está abarrotada de gente. Las filas son largas para poder entrar, mi cuñada me cogió de la mano y el de seguridad al verla nos dejó pasar.

Las luces del establecimiento son de varios colores haciendo que maree un poco. Muchos reconocieron a Saskia y le pidieron fotos y autógrafos, les deseaban los mejores deseos para que ella gane el Miss Rusia. Lukas intervino para que nosotras pudiéramos llegar a la zona VIP, desde aquí arriba la música es un poco más baja, pedimos una botella de coñac y rápidamente nos despacharon.

— Por una noche loca. — alzó su vaso.

— Por una noche que perdamos la conciencia. — brindamos.

Un trago.

Dos tragos.

Cinco tragos.

Dos botellas y medias después....

Estábamos en la pista bailando con todo chico que se nos acercara. Mi mejor amiga lo hacía para poner celoso a su guardaespaldas y yo para olvidar a su hermano. Me besé con seis chicos de diferentes nacionalidades latinas, la cabeza me daba vueltas, el sudor recorriendo mi piel, las manos en mi cintura con el tipo con quién bailo. La música y el ambiente, cero recuerdos.

— Ponte creativa, activa tu curiosidad. Dale espacio a que brille en ti toda esa vanidad — grita Saskia cerca de mí mientras me señala —. Tú andas suelta, finísima, riquísima, soltera, solicitada y pa' colmo, putísima.

Le doy un trago a mi bebida y de repente siento como unos fuertes brazos me están cargando.

_______________°____________

Kaem

Llego a la meta y apaciguo el coche con el freno de mano. Las personas gritando mi nombre hace que mi ego aumente cada vez más, el alcohol es derrochado un montón, las mujeres con poca ropa celebran con varios hombres dejándose tocar, besar y aspirar cocaína desde sus tetas.

Igor se encamina hacia mí y chocamos las manos eufóricos por ganar otra carrera más. Para los barrios bajos yo no soy el Boss o el hijo del empresario Akem Ivanov, aquí me gané mi seudónimo como Bestia, el que no tiene piedad a la hora de matar o golpear a quien sea. Para mí esto es algo normal pero las demás personas se sobresaltan solo por mi presencia.

— Kaem, otra carrera más y esta banda tendrá el mejor reconocimiento. — argumenta con una cerveza en la mano — Te he enseñado bien.

— El alumno supera al maestro, papi. — le guiño un ojo.

— Que carrera. — reconozco esa voz sin necesidad de girar — Felicidades Boss...

Me giro y le aprieto el cuello estampando su espalda en mi coche. La risa sádica que ella reluce en su rostro me ha prendido un poco.

— Aquí yo no soy el Boss, suka. — sentencio — Soy la Bestia.

— ¿Sí? ¿Y qué cosas hace la Bestia? — se muerde el labio.

Estampo mis labios sobre los de ella comiéndome su boca. La sujeto por el culo mientras que enrolla las piernas en mi cadera, marco su clavícula con varios chupones al igual que el inicio de sus senos. La rubia gime alocadamente, la polla está tan dura que se me quiere romper el pantalón.

Una de mis manos acariciaba sus pechos pero de repente la imagen de Lianys cuando se le cayó la toalla invade mi mente. Esas pequeñas tetas pero exquisito culo hace que mi respiración se acelere más, la suavidad de sus carnosos labios son los mismos que estoy besando en este preciso momento. Así que bajo a la mensajera de mi padre y me limpio los labios.

— Sea lo que sea que estés haciendo aquí, le das este mensaje a Akem Ivanov. — expreso con frialdad — ¡Largate!

— ¿Seguro? Porque la dureza de tu miembro no dice lo mismo. — dice la muy cínica.

— No eres la única mujer que pueda hacer que me corra. Así que vete y no vuelvas más.

Noto que la he golpeado en su ego pero el orgullo la hace disimular y se larga en su auto. Me despido de Igor y conduzco hasta la mansión. Llamo a Lianys pero no responde, veo la hora y son las tres de la madrugada.

Tal vez ya esté dormida.

Marco el número del boyevik que le asigné a mi mujer y contesta enseguida.

— Boss.

— ¿Mi mujer está en la mansión?

— No, Boss. La Koroleva salió son la señorita Saskia. — aprieto el volante conteniendo todo el cabreo.

— ¿Para dónde se fueron?

— Lamento decirle que no sé...

— ¡¿Entonces para que carajo te pago?! — estallo — Quiero su ubicación ahora mismo.

Acelero envenenado por la ira. ¿Qué estarás haciendo Lianys Ivanova? A mi teléfono llega un mensaje con la localización de mi hermana y esposa. Cierro los ojos por un momento al saber que están en el Club Seducción Latina. Toda persona que sale de ahí es para follar, drogarse o quién sabe qué más cosas.

Quince minutos después llego al local y al verme los de seguridad inmediatamente me hacen entrar. Noto un pequeño alboroto en la pista de baile, me acerco y las protagonistas de la pista son Saskia y Lianys Ivanova.

Ambas les bailan a un hijo de puta tipo sandwichs. Él acaricia el culo de mi mujer mientras que besa el cuello de mi hermana, el autocontrol desaparece y hago que el tipo caiga al suelo por un puñetazo. La gente a mi alrededor toma todo como lo más normal, así será la cantidad de alcohol que tienen en su sistema que siguen bailando como si nada. Al girar, Saskia está bailando con otro imbécil mediante Lianys baila sola tocando su cuerpo.

¿Pero qué han tomado?

Me dirijo hacia la modelito y la jamaqueo para que entre razón.

— ¡Hermanito! Pero qué guapo estás. — se echa a reír.

— ¿Dónde está Lukas?

— Está por aquí, por acá, por allá. — me abraza por el cuello y sigue bailando — Muevete hermano, una escoba se mueve mejor que tú.

— ¿Estás drogada?

— Shhh — pone un dedo encima de mis labios —. No te comportes como papá.

Blanqueo los ojos. Observo de reojo y la Koroleva seguía en lo mismo. Lukas Bykov llega y agacha la cabeza al verme.

— Saca a mi hermana de aquí, luego tú y yo hablaremos.

— Sí, mi Boss.

Carga a Saskia como un saco de papa y la saca del establecimiento. Me encamino hacia mi mujer y la cojo por un brazo pero ella se resiste. Sus ojos se agrandan al verme e inesperadamente me cachetea, tenso los músculos faciales y le lanzo dagas por los ojos.

— ¿Y eso a qué vino?

— Por ser un babaca. — ríe borracha.

«Maldito imbécil»

Ella sabe dominar más idiomas que yo, por lo tanto, siempre que anda furiosa insulta en portugués. No tengo ni la cuarta idea de que coño me ha dicho pero algo bonito no debe ser.

— Vámonos. — Ignoro lo sucedido.

— No, no, no. Vamos a bailar,guapo.

Se coloca de espalda e inicia a mover su culo a mi entrepierna que se ha endurecido más de lo normal. El Dj pone La Pregunta de J Alvarez. Al principio no me muevo pero el roce de su cuerpo con el mío, esa fricción me ha excitado sobremanera.

La tomo con fuerza por su cadera para marcar mejor los movimientos. Su brazo derecho me coge la nunca y sigue bailando, las respiraciones de ambos es errática, paso saliva una y otra vez extasiado, queriendo más. Magreo sus senos y echa la cabeza hacia atrás apoyada por mi hombro. Así seguimos calentándonos más.

— Continuemos la fiesta en otro lado. — susurro en su oreja.

Asiente sudorosa.

Le indico a uno de los boyevik que han llegado que suban al VIP y cojan las carteras de las chicas y que al tipo que golpee lo lleven a un lugar donde tendré una animada conversación con él.

Abro la puerta del copiloto, espero que ella se siente y le pongo el cinturón. Rodeo el coche y me sitúo detrás del volante. Enciendo el motor haciéndolo rugir y salimos de ahí; en virtud a lo anterior, sé que tengo que tener una conversación con mi melliza pero es como si hablara con una niña. Le entra por un oído y le sale por el otro.

Le falta un tornillo.

La mano de Lianys se coloca sobre mi miembro y acaricia esa zona sobre la tela del pantalón.

— Lianys... — susurro.

Se quita el cinturón y se acomoda en el asiento, desabotona el pantalón y baja la cremallera. Lame sus labios al ver el trozo de carne que llevo entre las piernas, sus ojos ámbar se han oscurecidos, es la primera vez que la veo así y no saben cuanto me prende. Aparco el auto a un lado de la carretera, echo el asiento hacia atrás y lo pongo sobre mí.

El vestido se le sube hasta enrollarse en su cintura dejando que aprecie la diminuta braga roja que lleva puesta. La hago a un lado y me empapo de su húmedad, nos arrebatamos en un beso profundo, efusivo y necesitado. Nuestras lenguas tienen una guerra, a ver quién domina a quien; sin embargo, tengo la gran necesidad de complacerla, por lo tanto, introduzco un solo dedo en su núcleo porque sé que más le dolerá al ser aún virgen. Aprecio el calor de su intimidad y como gime enloquecida por el placer que recibe. Mueve sus caderas queriendo más pero con la mano que me queda disponible la sujeto con fuerza para no hacerle daño.

Nuestras bocas se separan por la falta de aire.

— Más, un poco más por favor. — gime en mi oreja.

Meto y saco mi dedo con más vigor provocando que sus piernas comiencen a temblar.

— ¡Oh por Dios! — llega a su clímax.

Su corazón late como una locomotora, su respiración es agresiva hasta que poco a poco todo se le va pasando y suspira cansada por todo el ajetreo de la noche. Veo la hora del coche y son las cuatro de la mañana. Me besa y se regresa a su asiento, intenta bajar mi bóxer pero no se lo permito.

— ¿Qué? Tengo que devolverte el placer que me diste.

Escondo una sonrisa.

— Mi mayor placer fue dartelo a ti. Pistacho. — acomodo el pantalón — Vámonos a casa.

Ella por un momento se queda shock por mis palabras, al final se sienta adecuadamente, le vuelvo a poner el cinturón y continuamos con destino a nuestra mansión. En menos de cinco minutos ella ya se había quedado dormida con la cabeza pegada en la ventanilla. Dejo escapar una pequeña risa y niego con la cabeza.

La veo de reojo y frunzo el ceño por los pensamientos que estoy teniendo.

— Te quiero.

— Mmm. — balbucea.

— Que descanses.

Llegamos a la propiedad. La cargo y subo las escaleras hasta llegar a los dos caminos.

¿La llevo a mi habitación o al suyo?

Lianys se encarama más a mi pecho por lo que decido llevarla a mi recámara, con sumo cuidado la dejo en la cama y le quito el vestido dejándola solamente con la tanga ya que al parecer este vestido no se tenía que usar con sujetador.

La arropo para contener la tentación de acariciar sus pechos. Me quito la ropa y me meto una ducha de agua fría para bajar la erección que tengo; minutos más tarde, ya he salido de mi larga ducha, solamente llevo puesto un bóxer limpio y me acuesto al lado de mi esposa. Inconscientemente, la Koroleva se arrima y pone su cabeza sobre mi pecho, y entrelazamos nuestras piernas.

— Duerme bien, hermosa.

Beso su frente. 

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