Llegamos a nuestro destino, él me abre la puerta y me asegura que estará cuestionando la zona. Asiento y me adentro al establecimiento, en una de las mesas pegada al jardín botánico se encuentra Edelian Meyer bebiendo un batido de chocolate absorto en una llamada. Camino hacia su dirección y me siento enfrente de él mostrándole una sonrisa de oreja a oreja. Él se queda mudo, escucho como una voz masculina masculla su nombre repetidas veces pero él no reacciona.
— Hablamos luego. — corta la llamada.
— Hola sr. Meyer.
— Un gusto volver a verla sra. Ivanova. — sonríe embobado y yo nerviosa — ¿Un café?
— No, pide lo mismo que bebes tú.
Asiente y llama a un muchacho para que me traiga el pedido. Después que se retira quedamos uno enfrente del otro, comunicándonos con las miradas y es que cada vez que estoy con su agradable compañía me siento en paz y segura.
Conversamos sobre las rivalidades que hay ahora en el mercado, le comento como me han ido las últimas semanas, como ha evolucionado p