Capitulo 14- Una noche

No suelo temerle a los espejos, pero esa noche… vi a otra mujer.

Y quizás lo era.

El vestido negro se pegaba a mi cuerpo: espalda descubierta, largo, tela que brillaba bajo aquella luz; una elegancia peligrosa que casi no había usado hasta que el apellido Montenegro comenzó a aplastarme.Y mis labios, rojos sangre.

No vine a pedir respeto.

Vine a obligarlos a dármelo.

La gala era en el Salón Imperial del Mont Blanc, una fiesta cerrada para la élite; sonrisas falsas, palabras llenas de veneno. El apellido Montenegro patrocinaba media noche, así que mi presencia sería inevitablemente examinada, criticada, disecada.

Perfecto.

Quería que todos me vieran.

A nivel interno todavía sentía el temblor: la carta, la acusación de Alejandro, la forma en que me tomó del brazo como si pudiera quebrarme, y su respiración que casi rozó mi boca antes de detenerse.

Él había encendido y también roto algo en mí. Estaba segura.
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