Capítulo 95: Heridas y Secretos.
El aire en el almacén aún vibraba con el eco de los golpes y la tensión irresuelta. La sangre seca en los labios de Gabrielle y Gianni era un recordatorio escarlata de su enfrentamiento, pero ahora, más que los puños, eran sus miradas las que libraban una batalla silenciosa. Se observaban desde lados opuestos del espacio, ceños fruncidos, evaluándose mutuamente con la intensidad de dos depredadores que han probado la fuerza del otro y saben que cualquier movimiento podría reiniciar la pelea. La desconfianza era un muro de ladrillos, pero debajo, un extraño reconocimiento de la ferocidad compartida empezaba a filtrarse, como agua a través de grietas.
Un guardaespaldas se acercó a Alessa con un botiquín de primeros auxilios de tamaño industrial. Ella lo tomó con un suspiro que hablaba de décadas de experiencia limpiando las consecuencias de la violencia masculina en su familia. Sin vacilar, se interpuso físicamente entre Gianni y Gabrielle, un acto de valentía materna que hizo que inclu