Capítulo 73: Derrumbe.
El Rolls-Royce Phantom avanzaba por las avenidas de Moscú como un ataúd con ruedas. Serguéi manejaba en silencio, sus manos callosas aferradas al volante de cuero mientras esquivaba escombros que aún manchaban la ciudad. Afuera, los escaparates comenzaban a renacer con joyas y pieles, las farolas doradas brillaban como promesas vacías. Pero Ivanka solo veía sombras. Recostada en la ventanilla, el cristal frío contra su sien, cerró los ojos.
Imágenes indeseadas golpearon con fuerza:
Sangre chorreando sobre la nieve sucia de la plaza.
Aleksandr rígido en sus brazos, la mantita azul teñida de rosa en los bordes.
El llanto de un bebé que ya no existía, eco fantasmal en sus oídos.
Apretó el puño sobre el terciopelo negro de su abrigo. Las pastillas moradas pesaban en el bolsillo interno como una condena.
«Una más. Solo una para ahogar los gritos»
Sabía que no sería solo una más, sabía que el abismo químico había comenzado a tragársela desde hace mucho tiempo. Y el dolor de ahora solo logra