La Traición del Guardián y el Misterio de la Cámara Sellada
El eco de la batalla entre Kaida y los guardias de la princesa resonó en las profundidades de la Mazmorra de la Inquisición, una danza de muerte que se bailaba en la oscuridad. La princesa Isabel, con su rostro una máscara de furia y de odio, se lanzó hacia Kaida, su espada brillando en la luz tenue de una antorcha. Los guardias de capa negra, la élite de los espías reales, se abalanzaron sobre ella, sus espadas en alto. La tejedora, con la agilidad de un animal salvaje, evadió el primer golpe, el sonido de la espada golpeando la piedra un eco de la muerte. Usó el vestido de seda como una distracción, girando y evadiendo los ataques, su mente, un torbellino de estrategia. La llave de bronce, que se aferraba en su mano, se convirtió en un arma, un pequeño y pesado mazo que golpeó la muñeca de un guardia, el sonido de huesos rotos, un eco de la venganza. La batalla era una danza de muerte, una danza que se bailaba en la oscurid