La Verdad Incipiente
La urgencia del tiempo era un látigo constante. La cuenta regresiva para la ejecución de Kaida resonaba en la bodega abandonada como el tic-tac de un reloj mortal. Dos días. La alianza, tensa pero cohesionada, ultimaba los detalles de su plan. La distracción de Conan en la ciudad, la infiltración de Gonzalo en la prisión y la osadía de Orlo en las puertas del castillo, eran los engranajes de una maquinaria compleja.
Mientras el reloj de arena de la vida de Kaida se agotaba, en la prisión, ella se aferraba al alfil de cristal. La pequeña pieza de ajedrez, un objeto inerte en apariencia, era un torbellino de historia y revelación. Con cada giro, con cada caricia a sus bordes, su mente, un mosaico de recuerdos fragmentados, comenzaba a unirse. Las palabras de su madre adoptiva, susurros sobre "Eldoria" y "la princesa desterrada", ahora cobraban un significado escalofriante.
El emblema del león rampante con una corona, grabado en el cristal, se superponía en su mente c