El Murmullo de la CalumniaLa pesadilla la asaltó de nuevo, implacable como siempre, una sombra persistente que se negaba a desaparecer. El fuego lo envolvía todo, un infierno rugiente que consumía lo que alguna vez fue su hogar. Gritos de horror, el caos de la guerra, el estruendo incesante de espadas y edificios derrumbándose resonaban en sus oídos, tan reales que podía sentir el calor de las llamas en su piel. Corría con todas sus fuerzas, el pánico quemándole los pulmones, la desesperación impulsándola hacia adelante, pero nunca lograba ver con claridad el rostro de aquella mujer que la empujaba, una silueta desesperada en medio de las llamas, su figura difusa como un recuerdo olvidado. Su voz, sin embargo, era nítida, estallando en su mente como un trueno: “¡Corre! ¡Te la encargo…! ¡Tienes que cuidarla!”. Despertó de nuevo de la pesadilla, jadeando como si acabara de escapar de un incendio real, el sudor frío pegado a su piel, la adrenalina aún corriendo por sus venas. Cada vez q
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