Habíamos vuelto luego de un buen fin de semana.
La tensión entre Lucero y Marlon había desaparecido por completo, y ahora solo se intercambiaban miradas de complicidad que hablaban más que las palabras.
Al llegar de regreso, Marlon se encargó de llevarla a su casa, mientras nosotros fuimos directo a la nuestra.
Al entrar, nos encontramos con Mia en la sala. Caminaba de un lado a otro con un vaso de whisky entre las manos. Su respiración era agitada y su mirada, desbordante de preocupación.
—¿Qué pasa? —preguntó Aziel, frunciendo el ceño—. Luces muy inquieta.
—Tenemos que hablar —dijo ella, con la voz temblorosa.
Se notaba su nerviosismo. La enfermera de Danae apareció, me entregó a la pequeña y se fue directo a su habitación con ella en brazos.
—Mia, ¿qué sucede? —insistí, sintiendo que algo no andaba bien.
—Se trata de nuestros padres —respondió, mirando directamente a Aziel—. Han sufrido un accidente... y no se encuentran nada bien.
—¿Qué? —Aziel soltó una pequeña sonrisa in