El timbre de la entrada sonó con su tono suave y metálico, como cada mañana en su trabajo. Aitana, sentada en recepción revisando el calendario de turnos, alzó la mirada con la sonrisa automática de quien lleva años en la rutina.
Pero la mujer que entró no era del tipo habitual.Joven, elegante, con un aire resuelto y ojos que miraban como si ya supieran algo. Caminaba con seguridad, el bolso cruzado al cuerpo y un abrigo beige que parecía recién salido de una boutique de otra ciudad.-¿Tienes lugar para un diseño hoy? -preguntó, sin rodeos-. Me cancelaron en otro local.Aitana sonrió con cortesía. Había algo familiar en ella, aunque no lograba ubicarlo.-Podríamos hacerte un espacio al mediodía, si estás dispuesta a esperar un poco. ¿Qué tenías en mente?La mujer sacó el teléfono y le mo