Aitana se despertó con la luz, entrando suavemente por la ventana. Era una mañana cualquiera, pero algo había cambiado en ella. En el aire flotaba una sensación distinta, como si de repente el mundo se hubiera aquietado, como si el corazón hubiese encontrado un nuevo ritmo. Se llevó las manos al vientre, ahora prominente, redondo, lleno de vida. Y sin saber por qué exactamente, supo que era el momento.
Se levantó en silencio, caminando descalza por el departamento. Puso agua para un té, encendió una vela en la mesa del salón, y sacó un cuaderno nuevo que había comprado semanas atrás. Aún no lo había usado. Tenía una portada suave, de lino de color crudo. Lo abrió y, con una respiración profunda, escribió en la primera página, con trazo firme:"Para mi hija, con amor."Aitana había pasado noches enteras imaginando c&o