Aitana ya no iba a los eventos con la misma mirada. Algo dentro de ella había cambiado desde aquella noche en que conoció a Lara. No era solo intuición: era una punzada molesta, como una astilla que no podía ignorar. Observaba con otros ojos los gestos, las miradas, los silencios incómodos entre chicas jóvenes y hombres trajeados que no tenían nada que ver con el maquillaje ni las campañas de belleza.
Esa tarde había ido a Glow a dejar unos documentos de rutina. Pero cuando pasó por el área administrativa -que solía estar cerrada con llave- notó que la puerta estaba apenas entreabierta. Dudó. Dio dos pasos hacia atrás, luego uno hacia adelante. El corazón le latía como si presintiera algo importante.Entró.Papeles desordenados cubrían un escritorio moderno. Pantallas en modo reposo, carpetas con nombres codificados: "PROY/EXCL", "Client